El factor "Pepe" o agarrate, la que se nos viene
El factor "Pepe" o agarrate, la que se nos viene
A propósito de una muy lucida nota de Gustavo Escanlar, "Guiso del Pepe" en Búsqueda del 26 pasado
Y los partidos tradicionales hablando un lenguaje para su burbuja interna, para su ámbito inmediato, para los fieles, pero no para ese país lumpen que antes no votaba porque no tenía un candidato a su medida; un candidato que es como ellos. Los partidos tradicionales e incluyo a los sectores del Frente que se oponen a Mujica, entre estos, no tienen nada del calibre de este personaje que hace un marketing que nos parece desagradable, pero ¿saben?, no está dirigido a nosotros, está dirigido a esos invisibles lumpen de los carritos, los de los semáforos, esos terrajas que miramos con desprecio, que, da la casualidad, ¡también votan! Uauuu... ¿Verdad Madelón que esto no lo tenías en cuenta mientras tomabas el té en el Club?
Sé que a algunos de ustedes, estómagos delicados, no les gustan las notas o la forma de decir las cosas de Gustavo. Quizás muchas veces dice eso exacto que "usted sabía pero que intentaba olvidar mientras escuchaba lo que le gustaba escuchar de los que hablan o escriben para quedar bien". Ta que sí, ¿no? ¡Ahhh pica, pica, me doy cuenta que a usted le gusta hacer sus cálculos y sus encuestas dentro del vestuario del Club, en la mesa familiar o en el microclima de sus allegados!
Pero ahí afuera hay una cantidad de gente que este estúpido gobierno, que creó sin querer al Frankenstein que en primer lugar se va a comer a Astori, a Carámbula y a la madre que parió a cualquier otro mediocre que pongan, como si fuera un canapé de los que a usted, señora horrorizada por la posibilidad, mejor voy a decir, la "reputa" posibilidad, así de paso nos ponemos en ambiente y la molestamos más, porque a usted, doña -que no le gusta que le digan doña, ni vecina ni amiga sino señora- esa gente que el Frente Amplio, creyéndose muy cool inventó con sus reputos planes de emergencia -Ceibal, Cardales, Salud y a los que paga por rascarse el culo- vamos poniéndonos más en ambiente, señora, porque así será el Uruguay al estilo Pepe... que no es una remota posibilidad y está ahí, ahí, al filo de un par de votos, como ganaron Chávez, Hitler y Morales -el indio ese de Bolivia que a usted le parece el récord de la chongada-, con esos planes compraron votos de gente que no tenía ni apellido, esos invisibles. Les dieron unos mangos, los alimentaron, les dieron unas computadoritas de mierda y les sacaron la credencial para que votaran al Frente, pero hete aquí que van a votar al Pepe, porque si yo fuera lumpen, terraja, un grone de cantegril, no voto a Astori porque no le entiendo un joraca y me parece un pituco de mierda.
Estamos jodidos si los partidos tradicionales, los causantes de que el Frente ganara -por bestias, por egoístas, por incapaces- y estamos rejodidos si el sector humanoide del Frente no saca mejores opciones a la lucha electoral, de donde este engendro que se les coló, porque ellos, ¡jaaaaaaaaa!, se creían que lo iban a usar y el que quiere usar a un tupa, termina usado por él y si no, preguntale a los militares que no los mataron y los dejaron vivos porque a algún gil se le ocurrió que mejor era usarlos... Decile eso al Goyo, a Gavazzo, a Rama y te matan. Andá preguntales a los políticos alemanes que pensaban usar a Hitler en su beneficio y terminaron en Treblinka.
Los que se creen que las chances de ganarle al Frente son mejores si va el Pepe, están mal de la cabeza o son suicidas o tienen sus fortunas en el exterior y cuando ganen los tupas, harán como el personaje de Mónica de Elina Berro y se rajan a la estancia, estos se rajan al exterior. ¡Están totalmente locos! Si va el Pepe -no sé si gana de una como profetiza Gustavo- el peligro se potencia.
Más nos vale que ese momento nos coja confesados y más nos vale que el candidato del Partido Nacional que salga de las internas esté iluminado y dé lo mejor de sí y que ofrezca un Uruguay mucho más atractivo que lo que ofrecen hoy, porque eso, para ganarle al Pepe, no basta. No basta ni con ponchos ni banderitas ni con citar a Wilson, que ese sí le partía el lomo al Pepe y a su tía y a toda su familia, pero hete aquí que está muerto de solemnidad y no hubo nadie que lo relevara.
No es pesimismo lo mío ni menos lo de Gustavo, es decir la verdad a quemarropa para que se aviven de una buena vez aquellos que van a luchar contra esta avalancha. O se ponen las pilas y dejan de repetir los cantitos y discursos de las elecciones pasadas o van a meter de carambola a un tupa en Casa de Gobierno, para que el día que le digan que está violando la Constitución más de lo que la han violado todos, los mande a cagar en público y les diga a micrófono abierto que se la pasa por el forro, a la Constitución y a todos los giles, cretinos útiles, inconscientes que no se dan cuenta que, en estas elecciones, en este año 2009, se nos va la vida y no es joda.
Y acostúmbrense a las guarangadas, aún no vieron nada.
Félix Obes Fleurquin
felix@equinoxuruguay.com
Guiso del Pepe
Gustavo Escanlar
Hace un par de semanas fui a ver la pelea de Chris Namús, la boxeadora que, según escribe el publicista gubernamental Esteban Valenti en montevideo.comm, es "una leona llena de coraje, seriedad deportiva y profesional" que "nos llena de orgullo" porque "renueva el sentido de pertenencia" de la nación. A ver pelear a esta "leona" fue "medio pueblo" aquella velada de jueves al Palacio Peñarol. Nadie quería perdérselo. Hacían sociales los de Telemental y los de Caras y Caretas. Estaba la "madrina del evento", la princesa Laetitia D'Aremberg. Y Graciela Rompani. Estaba la diputada y panelista televisiva Beatriz Argimón. Y el músico, cómico y periodista, Julio Frade. Estaba el candidato guapo Jorge Larrañaga. Y el candidato, guapísimo, Danilo Astori, minutos después de soportar el ya famoso baldazo de agua. Estaba el ministro Daniel Martínez. Y el diputado Enrique Pintado. Estaba la ministra Daisy, alentando cada piña que la leona oriental, nuestro bombón, le encajaba a su rival yanqui e imperialista. Estaba el periodista y empresario oficial-oficialista Alberto Grille. Y, relatando, estaba Carlos Muñoz. Boxeo por Muñoz, Muñoz por la 30. Tamboriles tamboriles entre round y round. Y chicas con carteles numerados y shortcitos apretados. Estaba Jorge Crossa trasmitiendo para Tenfield con garra, corazón y vida. Y en la entrada repartían banderitas uruguayas, para que el pueblo alentara a su leona. Estaba Abigail Pereyra, sacrificado travesti oriental, bailarina por un sueño y movilera de El Show del mediodía.
No faltó nadie. No faltó nada. Las Biblias. Los calefones. Era tanta la mezcla que me puse a pensar que es eso, justamente ese menjunje, lo que explica la popularidad del Pepe Mujica, lo que va a convertirlo en presidente, lo que va a hacerle ganar las elecciones. Pepe es Pueblo. Y, al mismo tiempo, la sumatoria de los diferentes pueblos es lo que construyó al Pepe, su personaje y su leyenda. Por supuesto, el Pepe también estaba ahí, agradeciendo con modestia los aplausos de su gente, los vivas desde la tribuna. Baño de pueblo, gente compañera, que lo aplaudía al Pepe, que llevaba, cariñosamente tomándola del brazo, a Lucía, su compañera, futura primera dama.
La misma gente que alentaba en el ring side a Chris, va a aparecer en mayo en las fotos de sociales, en el concierto de Los Olimareños, que se van a juntar por el dinero, por la amistad, por el canto popular.
El Pepe va a ganar las elecciones por las mismas razones por las que gana Chris Namús. Va a ganar porque convoca a una fauna tan disímil, tan compleja, tan ecléctica, que nadie queda afuera. Y el que se quede afuera se va a sentir culpable. Va a sentir que no está participando de ese orgasmo colectivo, de esa comunión nacionalista, de ese fervor popular y combativo, de esa orientalidad implacable. El Pepe es todo eso: es Biblia y calefón. Es el filósofo que hoy puede decir una cosa y mañana la contraria. Es el guerrero que puede reivindicar, sin parecer contradictorio, la lucha armada y la convivencia democrática, la guerrilla y la competencia electoral.
El Pepe quiere competir por la presidencia. Pero al mismo tiempo quiere irse para la casa, la chacra, mirando para abajo y murmurando "me voy a la mierda". Es el que "lo hace porque se lo piden los compañeros". El Pepe puede criticar al matrimonio presidencial de los Kirchner, pero a la vez acepta sus invitaciones y el dinero que le ofrezcan para su campaña. Es el antiimperialista que le da la mano a Bush, aunque se excusa diciendo que lo hizo por obligación, porque no tuvo más remedio, porque para gobernar hay que hacer concesiones. El Pepe es todo eso: blanco y negro, sí y no, dureza y concesión, sabiduría y frases hechas.
Valenti escribe, refiriéndose a Chris: "Una nación está en las grandes cosas, en su historia, en sus tragedias y sus logros, en sus grandes palabras y documentos y en su renovación permanente del espíritu nacional. Está también en los detalles, en momentos fugaces, en circunstancias que renuevan el sentido de pertenencia. Tener una leona llena de coraje, seriedad deportiva y profesional nos llena de orgullo. Y que gana sobre el ring y en la vida no nos viene nada mal".
Más que un deporte, a estas alturas el boxeo -y el carnaval y cualquier manifestación popular- es propaganda. Se trata de una propaganda, para Valenti, que "renueva el sentido de pertenencia", que con Namús instala "un nuevo fenómeno nacional". Aunque ayer no le gustara el boxeo, hoy el pueblo siente que TIENE que estar ahí. No se lo puede perder. Gente del oficialismo, de la oposición, de la publicidad, de los medios, de la farándula apolítica y apocalíptica. El gran menjunje nacional. La patota del Pepe. Todos así, pegoteados, forman ese gran guiso que, a la larga, es la receta que cocinó el Pepe y su filosofía. El guiso del Pepe, un caldo con mucha grasa y poca carne que incluye nacionalismo y aforismos, carne barata y pasado guerrillero, literatura y boliche, mateadas y asambleas, bancos y sindicatos. La princesa D'Aremberg y Abigail. Es cultural, estético, inevitable: el Pepe va a ganar.