Equinox Fin de Semana

Notas de Felix Obes Fleurquin y del Semanario Equinox Fin de Semana de Uruguay

Tuesday, September 30, 2008

¡ 10 años de Equinox!




¡Diez años, qué lo parió, don Inodoro!



Maxi, que este viernes 3 -el día que Equinox nació- tenía 20 y ese día lo abríamos al público para festejar una patada a la maldita luna, diría Aufi, que es como nuestro Gary Cooper; él es quien nos enseñó a amar Internet y a diferenciar la arroba de la triple www. Carolina estaba recién saliendo del cascarón y cumplía 15 años, con una torta que el repostero hizo en forma equivocada, recién aparecía Andrés en su vida para llevársela de casa y hacerla una mujer que, 10 años después, me llevaría a Buenos Aires en el mejor viaje de mi vida; y las mellizas eran dos niñas de 11 años, Leti y Virginia, que repartían volantes por el barrio y las arreglaba con una mención en el Semanario que recién nacía o con una invitación a comer en el tenedor libre de un chino ahí cerca.

Eran días después y durante una crisis espantosa que había hechos trizas un sistema de vida (crucemos los dedos de manos y pies para que no nos tape el tsunami) y, a razón de la cual, había que salir a la red para sobrevivir como pequeña empresa, ofrecer algo diferente, dar un servicio distinto, ser un vínculo entre una supercarretera de la información y un pequeño pasquín de barrio que expresara angustias y cosas de gente como tú. Y ahí salimos hace 10 años, un 3 de octubre en que hacía más verano que primavera en una esquina de Pocitos, la que ahora es una postal en mi memoria, lugar donde todos ustedes fueron, tomaron su café, pasaron sus horas, el viejo búnker de Ellauri.

Luego los años pasaron, armamos el famoso Club que nos dio la posiblidad de seguir en línea muchos años y al que muchos de ustedes aportan su cuota famosa, la que nos mantiene vivos y escribiendo, no como periodista, que no soy nada de eso, sino uno de ustedes, un pequeño comerciante aficionado al teclado que cuenta su vida y la de sus hijos cada semana; un escribiente que narra en forma cándida y explícita sus temores y sus logros. Soy uno más que ha escrito y contado, durante diez años, la vida de su familia, una familia común, una familia que opina, habla, se queja y comenta como alrededor de una mesa de domingo al mediodía.

Nada más que eso.

He pasado escribiendo todo este tiempo para opinar sobre temas que todos hemos vivido y, en esta oportunidad que me dan ustedes, que me leen con paciencia, que leen Equinox Fin de Semana que, reitero, no es prensa sino un semanario aficionado, he pasado esta década gracias a todos ustedes, a mis cuatro hijos, a mis dos nietas -una en mano, la otra en viaje- lo que me da la cuenta del tiempo que ha pasado.

Sería injusto y poco serio que después de estos 10 años, no mencionara a Graciela Henze, madre de mis hijas, que fue quien con buen gusto armó el ambiente del local de Ellauri y que luego yo copié en Rivera; sería ingrato que no la mencionara pues -divergencias y diferencias- las madres de tus hijos son esas amigas que después de haber pasado las pálidas de los divorcios, una vez la vida recompuesta y todo saldado, forman parte de tu vida.

A ella, pues, un saludo especial, fue y es parte de este proyecto.

Una vez, hace mucho, casi al comienzo, cuando aún no estaba todo dicho, me dijo Carmen que, entre miles de cosas que escribí al azar, ésta era una de las mejores:



"Tenues, frágiles, casi imperceptibles al tacto, nebulosas
absolutamente y radicalmente femeninas las velas de un navío masculino."

Y le creo, eso valió diez años, aunque no sepamos qué hay después de eso.

Gracias por estar ahí, los espero dentro de 10 años.

Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com

Sunday, September 21, 2008

La superioridad bélica de Occidente

La superioridad bélica de Occidente
Por Daniel Rodríguez Herrera

Si Samuel Huntington aseguró, en su Choque de civilizaciones, que "Occidente no conquistó al mundo por la superioridad de sus ideas, valores o religión, sino por la superioridad en aplicar la violencia organizada", Victor Davis Hanson intenta, en Matanza y cultura, explicar la razón de dicha superioridad. La cultura, entendida como los comportamientos, valores y costumbres que conforman nuestra forma de vivir, tiene una importancia decisiva en el rendimiento de las distintas sociedades en la creación de riqueza, como demuestra la obra de Thomas Sowell. De modo que no resulta extraña la idea de que también afecta al modo de luchar en una guerra y a la efectividad en esa labor.

Para fundamentar sus tesis Hanson recurre al relato de nueve batallas de ejércitos occidentales contra ejércitos no occidentales: Salamina (480 a. C.), Gaugamela (331 a. C.), Cannas (216 a. C.), Poiters (732), Tenochititlán (1520-21), Lepanto (1571), Rorke's Drift (1879), Midway (1942) y la ofensiva del Tet (1968). Uno de los puntos fuertes de la obra es, precisamente, la entretenida descripción de las mismas, y la claridad con que se muestran las razones de las victorias y las derrotas, las tácticas o las tecnologías empleadas. Los lectores que no tengan interés en la teoría del autor siempre podrán aprovechar el libro exclusivamente por esta razón.

Occidente, según Victor Davis Hanson, ha puesto en combate a sus ciudadanos, hombres libres con derecho a decidir, lo que conlleva líderes y soldados que toman la iniciativa. La protección de la ley y la costumbre contra la arbitrariedad permite la crítica, lo que conduce a mejores estrategias y tácticas. La jerarquía militar occidental no implica la obediencia ciega y acrítica, de modo que se adapta mejor a las circunstancias cambiantes. El valor se entiende no como el acto individual de heroísmo, sino como la capacidad de mantener la formación y la disciplina aun cuando la muerte parezca segura. El resultado es una aproximación a la batalla que, aunque haya, naturalmente, evolucionado desde la época de los griegos, siempre ha implicado la aplicación de la máxima violencia organizada posible, con el objetivo de aniquilar, no sólo derrotar, al oponente.

Algunos críticos consideran que resulta como poco aventurado hablar de libertad entre los hombres de Cortés o el ejército franco de Carlos Martel en Poitiers, por ejemplo. Sin embargo, Hanson desdeña esas objeciones afirmando que, aunque durante muchos siglos se perdieran las tradiciones más o menos democráticas de Grecia y Roma, sus consecuencias en la forma de hacer la guerra se mantuvieron razonablemente incólumes. Cortés se permitía abandonar Tenochtitlán dejando al cargo a un subordinado, comía y dormía con sus hombres y tenía con ellos una relación mucho más cercana que la que podían soñar los hombres del persa Jerjes o del mismo emperador Moctezuma, que podían ejecutar arbitrariamente a cualquiera que intentara discutir la conveniencia de sus órdenes; y si no lo hacían con mayor frecuencia es porque nadie se atrevía ya a hacerlo. Los hombres de Martel componían aún una infantería pesada parecida a la de griegos y romanos, que mantenía la formación frente a la caballería musulmana, anárquica y desorganizada.

Quizá el mejor ejemplo de la diferencia entre la cultura occidental y sus enemigos está en Lepanto. Don Juan de Austria, personaje que ejerce una fascinación sobre Hanson que éste no oculta, podía dejar sus pertenencias en su patria, en la seguridad de que permanecerían allí. Su contrincante, Alí Bajá, llevaba consigo su tesoro, seguro de que en el Imperio Otomano sólo quedaría incólume si lograba enterrarlo en lugar seguro. El respeto en Occidente por la propiedad privada facilitaba las finanzas, el comercio y, con ellos, la innovación técnica, también reforzada por un racionalismo desconocido en el Islam.

Las galeazas venecianas y sus cañones inauguraron un nuevo tipo de guerra naval en el que se sustituía el abordaje por la fuerza de la artillería. Los turcos, que sólo podían obtener nuevas tecnologías adquiriéndolas en Occidente, se vieron desbordados por esta nueva forma de hacer la guerra. La brecha tecnológica es una constante en los enfrentamientos de los occidentales con otras culturas: Rorke's Drift, con unas pocas decenas de británicos resistiendo el ataque de miles de zulúes, es quizá el ejemplo más claro de esta distancia.

El libro puede resultar decepcionante en un principio. Las batallas no están escogidas para demostrar un aspecto particular de las razones que hacen mejor a Occidente en el campo de batalla, sino que en todas desempeñan algún papel casi todos los argumentos de Hanson. Así, el modo en que convence al lector de su teoría es la acumulación de ejemplos a lo largo de la historia, la persuasión lenta. Por eso, quizá las últimas batallas, si ha calado la "lluvia fina" de las explicaciones, resulten una lectura un poco pesada.

Escrito poco antes del 11-S, alcanzó una gran popularidad en una reedición que incluía un prólogo en el que se aseguraba que Occidente ganaría la guerra contra el terror. Sin embargo, el final del libro no ofrece excesivos motivos para el optimismo. Ahí podemos encontrar dos motivos para la preocupación: que, con la extensión de los valores occidentales por todo el mundo, las guerras del futuro sean como las matanzas que han caracterizado las luchas entre occidentales; y que, con el aumento del nivel de vida, y la comodidad y falta de esfuerzo con que viven los jóvenes occidentales, escasee el material humano necesario para conformar ejércitos. El tiempo dirá si acierta.

Víctor Davis Hanson, Matanza y cultura. Batallas decisivas en el auge de la civilización occidental, Turner/FCE, Madrid, 2004, 545 páginas.

NOSOTROS, LOS GRIEGOS, LOS REPUBLICANOS




NOSOTROS, LOS GRIEGOS, LOS REPUBLICANOS
La República Andante de Jenofonte
Fabricio Ferri



Compré el pequeño volumen de la Anábasis de Jenofonte, el relato del largo camino de regreso a casa que diez mil hoplitas griegos, mercenarios, tuvieron que emprender a través de Asia Menor al morir Ciro, su empleador y pretendiente al trono persa. Es un libro delicioso, escrito con un estilo clarísimo (especialmente en griego antiguo). Un relato emocionante que se lee de un tirón, lleno de pasiones genuinas.

La definición de Los Diez mil que ha aportado uno de los wikipedistas es genial: "marching republic"; y es que a lo largo de las páginas se respira contínuamente el espíritu griego: la democracia concreta. Los hoplitas se muestran pragmáticos, pero también asertivos, protestones; los líderes deben escuchar a la tropa, arengarla, convencerla de que sigan ese o aquel camino. Son múltiples las ocasiones en las que los soldados se ponen a votar o abuchear en medio del territorio hostil y no faltan tampoco las pedradas para los menos populares. Se dan casos surreales, pero también discursos preciosos, como el que Jenofonte realiza después de que los estrategas hayan sido asesinados por los persas:

"[...] the greatest witness of all is the freedom of our cities -the liberty of that land in which you were born and bred. For you call no man master or lord; you bow your heads to none save to the gods alone. Such were your forefathers, and their sons are ye."

Pero no se limita a la retórica: en su discurso, Jenofonte analiza todos los problemas que desaniman a las falanges: la falta de un guía, las distancias, el problema de los aprovisionamientos, las estrategias militares a seguir, etcétera. Las aventuras del libro son un contínuo problem-solving colectivo: los líderes escuchan atentamente cualquier sugerencia y el grupo intenta adaptarse a cualquier cambio, sin rubor. ¿Los honderos enemigos no pueden ser alcanzados por los arqueros cretenses? He ahí a 200 hoplitas rodios dispuestos a hacer un downgrade y lanzar sus temibles proyectiles de plomo. ¿El desfiladero es demasiado estrecho? ¡Todos en columnas! ¿El río infranqueable? ¡Un puente de pieles hinchadas! ¿Los carducos atacan por la espalda? ¡Improvisar un falso ataque! Es el triunfo de la inteligencia y la capacidad de adaptación al entorno. Y todo eso a lo largo de miles de kilómetros, a través de Anatolia, Mesopotamia, Armenia, la Cólquida, el Ponto...

Un inciso: cada vez que leo un relato griego me invade una intensísima sensación de modernidad. El primer pensamiento que acude a la mente es ese: "¡Esta gente era como nosotros!" En realidad somos nosotros, los europeos, los que básicamente no hemos cambiado desde hace 2500 años; y creo que ni siquiera hemos mejorado. Los griegos de aquel entonces -y simplifico por obvias razones de espacio- eran un pueblo con identidad propia, desperdigado por colonias, islas y penínsulas minúsculas. Compartían idioma y costumbres básicas. Lo que más me impresiona es su autoconciencia histórica, su capacidad para situarse en el contexto temporal de su época y compararse con los demás pueblos. Por ejemplo, cuando Jenofonte atraviesa las tierras de los Mosinecos, comenta lo extrañas que le resultan las costumbres de los nativos:

"It was agreed that this was the most barbaric and outlandish people that they had passed through on the whole expedition, and the furthest removed from the Hellenic customs, doing in a crowd precisely what other people would prefer to do in solitude, and when alone behaving exactly as others would behave in company, talking to themselves and laughing at their own expense, standing still, and then again capering about, wherever they might chance to be, without rhyme or reason, as if their sole business were to show off to the rest of the world."

El libro, de hecho, es básicamente un libro de viajes y contiene una plétora de estimulantes referencias antropológicas (que más tarde le vendrían muy bien a Alejandro Magno). Claro está que los griegos no estaban en viaje de placer sino huyendo en busca del mar, perseguidos por destacamentos persas y acosados por nativos antipáticos, como los temibles carducos, montañeses desconfiados que evitaban el choque directo y preferían lanzar proyectiles de fortuna. No faltan los momentos de heroísmo:

"They reached the summit of the mamelon from which Xenophon was descending, and began rolling down crags. One man's leg was crushed to pieces. Xenophon was left by his shield-bearer, who carried off his shield, but Eurylochus of Lusia[4], an Arcadian hoplite, ran up to him, and threw his shield in front to protect both of them; so the two together beat a retreat, and so too the rest, and joined the serried ranks of the main body."

Y también hay guiños literarios, como cuando Jenofonte anima a sus soldados parafraseando la Ilíada, demostrando de qué forma el corpus literario contribuía a unir las distintas variedades griegas en un solo pueblo que se reconocía en relatos épicos, en tragedias, en poesías. ¿Y las rencillas entre las polis? ¿No se parecen a las que suceden actualmente entre países occidentales? Nada. No ha cambiado nada. Y prueba de ello es el impagable díalogo entre Jenofonte el Ateniense y Quirisofo el Espartano cuando proponen ir a robar a un campo enemigo:

"But what right have I to be drawing conclusions about stealing in your presence, Cheirisophus? for you Lacedaemonians, as I have often been told, you who belong to the 'peers,' practise stealing from your boyhood up; and it is no disgrace but honourable rather to steal, except such things as the law forbids [...] Now then you have a fine opportunity of displaying your training. But take care we are not caught stealing over the mountain, or we shall catch it ourselves." - "For all that," retorted Cheirisophus, "I have heard that you Athenians are clever hands at stealing the public moneys; and that too though there is a fearful risk for the person so employed [...] So it is a fine opportunity for yourself also, Xenophon, to exhibit your education."

Sátira y batallas. Qué gran libro. Voy a hacerme ateniense y pagano.



Jenofonte, la expedición, el Anábasis
El intelectual soldado



"Nace en Atenas en la segunda mitad del siglo V adC, en el seno de una familia acomodada. Su infancia y juventud transcurrieron durante la Guerra del Peloponeso (431-404 adC), en la que participó formando parte de las fuerzas ecuestres. Fue discípulo de Sócrates y escribió diálogos inspirados en su persona. Durante el gobierno de los Treinta Tiranos, Jenofonte se unió a una expedición de mercenarios griegos a Persia conocida como la Expedición de los Diez Mil, contratados por el príncipe persa Ciro el Joven (con quien trabó amistad), que se enfrentaba con su hermano mayor Artajerjes II, el rey de Persia. A la muerte de Ciro en la batalla de Cunaxa, la expedición quedó abandonada a su suerte, por lo que se tuvo que abrir paso a través de 1.500 km. de territorio hostil hasta conseguir volver a Grecia. El relato de Jenofonte sobre esta expedición lleva por nombre Anábasis y es su obra más conocida. Alejandro Magno consultó durante su invasión a Persia este excelente escrito, que lo ayudó incluso a tomar serias decisiones en el ataque y asedio a diferentes ciudades y fortificaciones.

Más en http://es.wikipedia.org/wiki/Jenofonte
http://es.wikipedia.org/wiki/An%C3%A1basis

JUAN PEIRANO, AL BORDE DE AFRICA


No, no lo es



Decir, como dice la Ministra del Interior -o más bien, la persona que ocupa el cargo vacío de un Ministro del Interior en serio, ministro que el país merece- que Juan Peirano es un recluso más, es un disparate que demuestra la irresponsabilidad con que se maneja el tema seguridad en el país.

Todos sabemos y ellos saben -los responsables que con toda malicia han encarcelado a Juan Peirano en un lugar en donde nadie está seguro y él menos- que no es un preso más. Eso que técnicamente, según el decir de los leguleyos y juecesitos de la aldea, sería correcto, en la práctica y en el mundo real en que vivimos, es un disparate. Que para mí no es sólo irresponsabilidad e incapacidad, lógica y esperable en un sistema judicial como éste, nada sorprendente en un gobierno que se ha dejado estafar en el negocio de Pluna, sino un acto deliberado para humillar y someter a presiones y peligros a un preso que para mi entender, es político ya que su encarcelamiento, como el de sus parientes, es parte de una movida contra los "enemigos naturales" de los comunistas, como lo fue la movida fascista e intimidatoria contra los Rupenian y los Henderson, como lo es contra los rehenes militares en Chile.

No es un preso más ni lo debe ser, es un rehén para calmar los apetitos feroces de la masa, de la chusma que siempre busca los linchamientos porque no cree en la justicia; es un preso especial que, como a sus parientes, aún no se le ha probado nada y como el sistema judicial fascista de este país pequeño y ruin permite el encarcelamiento por el solo pedido de las multitudes y el convencimiento de jueces que no representan más que sus ansias por encontrar oportunidades personales de subir en un escalafón patético, hacen lo que haya que hacer para cobrar notoriedad política y buscar el "amor" de las multitudes desenfrenadas que salen con tamboriles a la calle, literalmente, a festejar el encarcelamiento de cualquiera que ellos, en su enanismo vital, consideren enemigo de su clase lumpen.

La vida de Juan Peirano, de la que dependen muchos interrogantes sobre lo sucedido hace muchos años, debe ser especialmente preservada o tendremos el dudoso mérito de salir por el mundo, otra vez más, en la lista de países fracasados que tienen sistemas carcelarios, de seguridad y judiciales que están a la altura de los peores lugares de África o Asia, en donde la ejecución de presos que molestan al sistema cumple la doble función de excitar a la chusma y sacarse de encima a testigos molestos que tienen mucho que decir sobre la complicidad de la clase política toda en los eventos que han llevado a estas quiebras que afectaron al país hace años.

Si, sólo SI -IF- la justicia encuentra pruebas y éstas los condenan, solo en ese caso se debe hablar de culpabilidad, entretanto, esto es un linchamiento más, como lo fueron otros que he mencionado, al que agrego el del anestesista de La Española, preso en lugar de sus jefes, amigos del Presidente si hubiera culpabilidad; al que sumo el linchamiento del Presidente Bordaberry, una farsa digna de Zululandia; o los de cada comerciante o civil de a pie que choca contra la maquinaria explotadora de la DGI o contra un sistema de justicia que, insisto, es una vergüenza en su totalidad, para un país que dice ser una república democrática.

Todo este episodio me llena de vergüenza, decía, por mi país, al que quiero pero no le tolero que quiera ser una comarca sin ley, en manos de una patota que maneja a su antojo los mecanismos de poder a los que accedieran por la gravísima omisión de los otros partidos que dejaron que esto sucediera, como se dejó en Alemania -por la misma omisión- o en Venezuela, que llegaran al poder aberraciones como Hitler y Chávez, que una vez llegados debieron ser sacados o habría que sacar por métodos dolorosos.

Que esto no suceda acá, por lo cual vuelvo a recordar que para que el país retorne a una posible vía de un futuro mejor, hay que sacar a esta gente lo antes posible.

¡Hay que sacarlos!

Hasta la próxima semana.

Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com

Wednesday, September 03, 2008

Variaciones de septiembre


Variaciones de septiembre



-Mamá, mamá, ese señor usa malas palabras
-Sip, tú lo has dicho, ese señor que escribe en Equinox putea y algunas personas le dicen que esas palabras son feas, que podía decir lo mismo con otras, pero ese señor opina en su semanario que las palabras malas -¿son malas porque le pegan a las buenas?- existen, viven y condimentan el lenguaje y pueden ser usadas porque, a veces, es más enfático un "¿Qué parte no entendiste, imbécil?" que "Estimado señor/señora... ¿sería tan amable de decirme qué parte no entendió usted?" Y además, es más económico y me gusta, por ejemplo, decir que Fulano o Fulanos es o son un o unos hijos de puta, porque ahí esa bendita economía de la puteada nos ahorra la versión descafeinada de "Hijo de mala madre" que todos sabemos que por mala, es reverenda puta.

Agradezco los consejos de algunos buenos y bien intencionados amigos y de muchos que no lo serán jamás, al respecto de las buenas maneras pero, entendámonos, cada uno escribe como le place y cada uno es libre de no leer lo que no le gusta. Y si este semanario está vivo y es leído, aplaudido o repudiado por igual, es porque acá decimos las cosas por su nombre desde hace casi diez años que se cumplen el mes que viene.

Recomendaciones:

1. Los que quieran pueden escribir en lenguaje bien hablado, según sus conceptos y los de sus familias, en sección de lectores y colaboradores; es gratuito y son bienvenidas las notas y las opiniones de todo tipo.

2. El que desee se puede armar un semanario propio, que es cosa de ponerse y chau y escribir que los que escriben malas palabras son malos, feos y rojos o fascistas.

Tenkiu y a otra cosa.



Antel nos duele en las hemorroides estatistas
La nota de la semana pasada en el semanario técnico le pasó papel de lija al tema, no sólo del iPod, que es un tema pequeño de puro ejemplo de esa natural tontería -no dije imbecilidad, ¿vieron?-, sino al de la existencia desparpajada de esa máquina de joder al desarrollo de las telecomunicaciones que "Da ganancias para Rentas Generales", SUTEL SS dixit, como si esas rejodidas "rentas generales" sirvieran para pagar algo más que el erario estatal de unas empresas moribundas que están arrastrando al país a un sargazo de los mares de los no pensantes. Ha dolido y se ve que hizo que SUTEL en masa nos haya escrito con sesudas disquisiciones que dicen lo de siempre: "Te jodemos, pero danos las gracias".

September 10
Cumplo 62 años con mi madre viva y en plena capacidad intelectual como para recriminarme que, con cada nota que hago, ella queda como el culo con sus amigas del Club, lo que me hace estar de buen humor no porque ella se caliente, sino porque la tengo a mano aún y ajena a la vejez intelectual que asola al país pero que, en mi familia, gracias a los buenos genes de muchas generaciones de soldados, políticos y comerciantes como yo -como el viejo Lucas Obes-, nos permite pasar de un siglo a otro y a otro más y a otro, escribiendo, haciendo, mercadeando y a toda marcha.



Con auspicio de Nike Air
Como soy un viejo vanidoso -sí, soy viejo según los estándares del siglo y vanidoso consciente de su vanidad-, me he tomado la velocidad con la que me aproximo al final del viaje. Hete aquí que mi velocidad de crucero, esto es, la velocidad que alcanzás una vez que estás en estado aeróbico y no te moriste de un síncope en la esquina, es de 10 kilómetros por hora. En una hora, porque correr menos de una hora no sirve más que para diferenciarte de la tortuga de la fábula y créanme, yo que soy de los que siempre he dicho que el hombre -ese mono que sabe que va a morir un día y que por eso es poeta-, es un corredor y si no corre, está jodido. Disfruto de esa carrera que emula las que hacíamos tras el mamut, las que compartíamos con los lobos que convertimos en perros, las que hacíamos para agarrar los caballos que nos hicieran conquistar el planeta, conquistar el nuevo mundo en proporción de uno a mil, corriendo.

Mia
Mi nueva nieta, la hija de Maxi que nacerá en enero de 2009, se llama Mia, la niña de mi hijo, otra princesa para la corte de este rey pelado en su reino familiar. Fue vista esta noche en la ecografía y tenía 25 centímetros de largo. Es increíble cómo nos impactan cinco meses de vida de una niña que aún no sabemos qué color de ojos tendrá o qué día se habrá de casar y con quién, cómo será el momento en que bailará el vals de sus 15 junto a su padre y quizás, junto a su balbuceante abuelo con Alzheimer, si no ha decidido partir del planeta el día que se le cante; esa niña que hará que mi hijo primero, el que lleva mi nombre y que rezonga porque cada vez que escribo una puñetería de las mías se la adjudican a él, ese hijo-padre que ayer de noche supo porqué su padre es cursi cuando habla de estas cosas. Hoy Maxi me entiende.



Obama
Gana el negro por goleada y es positivo porque es joven y porque, al ser negro, da una buena bofetada al establishment, me gusta eso, todavía llevo la rabia dentro por lo de Luther King. Es bueno y es del partido de Bobby Kennedy, que no ganó porque lo mataron unos hijos de la madre que los parió. Los republicanos se deben ir, el mundo es mejor con el Imperio en manos de los demócratas, me gustan. MCain, viejo, ricachón, el persistente veterano de una idea de república apestosa que desprecia a las minorías y a las razas, no debe llegar jamás a la Casa Blanca, por eso, Obama, my man!

Política nacional
Yo ya dije que, por descarte, voto al Partido Nacional para sacar a estos energúmenos fascistas del poder. Así: En las internas voto a Mujica, si presenta, para que esta bestia impresentable salga de candidato del FA y así éste sea indecentemente impresentable. En las nacionales voto al lema Partido Nacional, que en el balotaje le rompe el tujes al FA.

Y así haremos un país nuevo, con centrales nucleares, con puertos llenos de gente, con naves espaciales saliendo hacia Casiopea sin Plunas que no vuelan ni a Madrid ni a ningún lado, porque así, arracimados, en una avalancha de estrellas, donde una de ellas sos vos Mia, ¡mira qué tal!, salimos despedidos hacia ese universo implacable ahí afuera, ahí, en ese frío eterno donde las novas se coagulan y se hacen sistemas estelares. Ahí, en ese mar del Sur de mi galaxia, en donde cada estallido es como un encuentro con las alas de una increíble mariposa que se dirige al Sur.

See you later!

Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com