ANTEL, el culto de la autoderrota
ANTEL, el culto de la autoderrota
El Iphone que no llega por ANTEL
¿Recuerdan aquella fábula del alacrán y la rana? No la voy a contar de nuevo, pero en su meollo está en que cada ser tiene tal identidad que no puede ir contra su naturaleza, que aún cuando las circunstancias pidan que por un momento esa naturaleza actúe de otra forma, éste no puede hacerlo.
Es el caso del Estado. Su propia incapacidad natural para hacer tareas y gestiones que pertenecen a los particulares, hace que las ejecute en forma mezquina, chapucera y defectuosa, dando como resultado un deterioro de los servicios que no debería prestar y que la comunidad sufre debido a que ese mecanismo estatal está en manos de sus dueños de facto, que se llaman sindicatos de empleados públicos.
El caso particular de ANTEL, una empresa que no debería haber nacido nunca como si el hijo idiota de una estirpe hubiera sido dado a luz y declarado emperador -ha sucedido y se repetirá en la historia- es emblemático ya que, por ese engendro -me niego a llamarlo empresa o ente, es un engendro contra natura cuyo destino natural es ser desensamblado y licuado hasta que desaparezca su recuerdo- ha demostrado, una vez más, que no puede con su incapacidad natural, hecho que ahora por suerte es más visible al tener competencia en muchos de sus servicios.
Esa bendita competencia que poco a poco va arrinconando al engendro que se autodestruirá por su propia ineficiencia. Hay que ver cuánto daño más hace a la comunidad antes que desaparezca finalmente, pero entretanto, en esa larga agonía a que nos somete a los que usamos sus servicios, ha dado cuatro muestras de incalculable imbecilidad, hecho que, gracias a la competencia, ha quedado en evidencia.
ANTEL, con tecnología de punta
El primero de ellos es el de seguir brindando servicios de conexión a Internet vía física ADSL, una tecnología del siglo pasado, obsoleta, cara e ineficaz, cuando todo el mundo, salvo las comunicaciones submarinas, se vuelca a las conexiones inalámbricas. El mundo es wifi, es inalámbrico, el mundo es un mundo de antenas, no de cables y enchufes y lo hace porque tiene una red montada y no quiere ni puede estar al ritmo de la tecnología 3G, mientras que su competencia facilita al usuario de Internet y telefonía, que ya es lo mismo en todos los medios, para que viva en movimiento y sin cables. ANTEL dificulta y frena a sus usuarios ese mismo acceso, haciéndolo por medios burocráticos -pedir líneas de garantía para cambiar contrato cuando la mayoría de la gente ya no usa teléfono fijo o no lo tiene a su nombre- o decirle a sus empleados y a sus revendores que le digan al usuario que por vía inalámbrica no garantizan estabilidad o velocidad. Razón ésta por la que la gente con dos dedos de frente se va a Dedicado, Movistar o Claro... ¡Clarísimo!
ANTEL, la supercarretera de la información por la cuneta
La segunda, es estar recién baboseando la idea de un enlace de fibra óptica con el cable internacional, a lo que se negó en el año 2003 por imbecilidad, también, cuando se gastó esos fondos en una torre que es el monumento a la estupidez nacional hecha piedra y cemento. Recién ahora habla de estudiar la posibilidad de un enlace vía Argentina, lo cual es una barbaridad con unas condiciones técnicas que están por debajo de los requerimientos del país de hoy, ni qué hablar de los próximos diez años. Tarde, mal y mintiendo a la población, mientras Uruguay vive en la cuneta de la carretera de la información.
El obsoleto tranvía de ANTEL
La tercera: tardíamente ha declarado tarifa única nacional para la telefonía fija, quince años después del momento que debería haberlo hecho y sólo porque, por su persistencia en el error, perdió más del 70% del tráfico, que pasó a la telefonía celular, donde tiene competencia, bendita sea, convirtiendo estas vías del tranvía de la información en un aparato de uso para amas de casa o almacenes de barrio, cuando lo que debería haber hecho y debe hacer, es dejar de cobrar por tiempo de llamada sino, como hacen en el resto del mundo, tener una tarifa plana de uso ilimitado que salve esa red, dedicar sus esfuerzos a las áreas que merecen desarrollo, como son la Internet y la telefonía inalámbrica. Se dará cuenta en el futuro, tarde y mal, para variar.
Y la perla del día, la última imbecilidad estatal: llega el IPhone al mercado y todo el mundo se da cuenta que más allá de sus capacidades, ES el instrumento que una generación quiere tener y no lo trae mientras que su competencia, en una semana, agota su stock y le saca rica tajada más de usuarios que migran a estas empresas de la moribunda ameba estatal que, para peor, sigue costando en su incapacidad total más millones de dólares a la población, que sigue siendo el mismo aparato achacoso que seguimos pagando, haga todo mal o bien.
La población está pagando por ANTEL millones de dólares, como quien paga por mantener con vida a una momia en el CTI, que no rinde más nada que beneficios a sus empleados, parques de vacaciones incluidos, altas jubilaciones y salarios, millones y millones que, de desaparecer ese engendro, podrían ser volcados a la comunidad para su desarrollo como un país moderno.
Un hermoso monumento a la estupidez nacional, en un barrio vacío
Lo dije una vez y lo reitero: Delenda Est Antel y punto, no hay nada que mejorar, hay que evacuar esa torre y convertirla en un parking o en un centro comercial, porque ahí no hay nada que le sea útil al país. Es simbólico, entenderán los que saben que no hay que tomarme al pie de la letra, pero hay una cosa clara: semejante obra, que nos costó el retraso a la conexión del cable submarino y la entrada a la autopista de la información, no ha servido más que para alguna bonita postal de Montevideo.
Mientras tanto, ANTEL y su sindicato hacen un culto a la derrota, la que no se debe a la competencia sino a su propia naturaleza.
Hasta la semana que viene.
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com
El Iphone que no llega por ANTEL
¿Recuerdan aquella fábula del alacrán y la rana? No la voy a contar de nuevo, pero en su meollo está en que cada ser tiene tal identidad que no puede ir contra su naturaleza, que aún cuando las circunstancias pidan que por un momento esa naturaleza actúe de otra forma, éste no puede hacerlo.
Es el caso del Estado. Su propia incapacidad natural para hacer tareas y gestiones que pertenecen a los particulares, hace que las ejecute en forma mezquina, chapucera y defectuosa, dando como resultado un deterioro de los servicios que no debería prestar y que la comunidad sufre debido a que ese mecanismo estatal está en manos de sus dueños de facto, que se llaman sindicatos de empleados públicos.
El caso particular de ANTEL, una empresa que no debería haber nacido nunca como si el hijo idiota de una estirpe hubiera sido dado a luz y declarado emperador -ha sucedido y se repetirá en la historia- es emblemático ya que, por ese engendro -me niego a llamarlo empresa o ente, es un engendro contra natura cuyo destino natural es ser desensamblado y licuado hasta que desaparezca su recuerdo- ha demostrado, una vez más, que no puede con su incapacidad natural, hecho que ahora por suerte es más visible al tener competencia en muchos de sus servicios.
Esa bendita competencia que poco a poco va arrinconando al engendro que se autodestruirá por su propia ineficiencia. Hay que ver cuánto daño más hace a la comunidad antes que desaparezca finalmente, pero entretanto, en esa larga agonía a que nos somete a los que usamos sus servicios, ha dado cuatro muestras de incalculable imbecilidad, hecho que, gracias a la competencia, ha quedado en evidencia.
ANTEL, con tecnología de punta
El primero de ellos es el de seguir brindando servicios de conexión a Internet vía física ADSL, una tecnología del siglo pasado, obsoleta, cara e ineficaz, cuando todo el mundo, salvo las comunicaciones submarinas, se vuelca a las conexiones inalámbricas. El mundo es wifi, es inalámbrico, el mundo es un mundo de antenas, no de cables y enchufes y lo hace porque tiene una red montada y no quiere ni puede estar al ritmo de la tecnología 3G, mientras que su competencia facilita al usuario de Internet y telefonía, que ya es lo mismo en todos los medios, para que viva en movimiento y sin cables. ANTEL dificulta y frena a sus usuarios ese mismo acceso, haciéndolo por medios burocráticos -pedir líneas de garantía para cambiar contrato cuando la mayoría de la gente ya no usa teléfono fijo o no lo tiene a su nombre- o decirle a sus empleados y a sus revendores que le digan al usuario que por vía inalámbrica no garantizan estabilidad o velocidad. Razón ésta por la que la gente con dos dedos de frente se va a Dedicado, Movistar o Claro... ¡Clarísimo!
ANTEL, la supercarretera de la información por la cuneta
La segunda, es estar recién baboseando la idea de un enlace de fibra óptica con el cable internacional, a lo que se negó en el año 2003 por imbecilidad, también, cuando se gastó esos fondos en una torre que es el monumento a la estupidez nacional hecha piedra y cemento. Recién ahora habla de estudiar la posibilidad de un enlace vía Argentina, lo cual es una barbaridad con unas condiciones técnicas que están por debajo de los requerimientos del país de hoy, ni qué hablar de los próximos diez años. Tarde, mal y mintiendo a la población, mientras Uruguay vive en la cuneta de la carretera de la información.
El obsoleto tranvía de ANTEL
La tercera: tardíamente ha declarado tarifa única nacional para la telefonía fija, quince años después del momento que debería haberlo hecho y sólo porque, por su persistencia en el error, perdió más del 70% del tráfico, que pasó a la telefonía celular, donde tiene competencia, bendita sea, convirtiendo estas vías del tranvía de la información en un aparato de uso para amas de casa o almacenes de barrio, cuando lo que debería haber hecho y debe hacer, es dejar de cobrar por tiempo de llamada sino, como hacen en el resto del mundo, tener una tarifa plana de uso ilimitado que salve esa red, dedicar sus esfuerzos a las áreas que merecen desarrollo, como son la Internet y la telefonía inalámbrica. Se dará cuenta en el futuro, tarde y mal, para variar.
Y la perla del día, la última imbecilidad estatal: llega el IPhone al mercado y todo el mundo se da cuenta que más allá de sus capacidades, ES el instrumento que una generación quiere tener y no lo trae mientras que su competencia, en una semana, agota su stock y le saca rica tajada más de usuarios que migran a estas empresas de la moribunda ameba estatal que, para peor, sigue costando en su incapacidad total más millones de dólares a la población, que sigue siendo el mismo aparato achacoso que seguimos pagando, haga todo mal o bien.
La población está pagando por ANTEL millones de dólares, como quien paga por mantener con vida a una momia en el CTI, que no rinde más nada que beneficios a sus empleados, parques de vacaciones incluidos, altas jubilaciones y salarios, millones y millones que, de desaparecer ese engendro, podrían ser volcados a la comunidad para su desarrollo como un país moderno.
Un hermoso monumento a la estupidez nacional, en un barrio vacío
Lo dije una vez y lo reitero: Delenda Est Antel y punto, no hay nada que mejorar, hay que evacuar esa torre y convertirla en un parking o en un centro comercial, porque ahí no hay nada que le sea útil al país. Es simbólico, entenderán los que saben que no hay que tomarme al pie de la letra, pero hay una cosa clara: semejante obra, que nos costó el retraso a la conexión del cable submarino y la entrada a la autopista de la información, no ha servido más que para alguna bonita postal de Montevideo.
Mientras tanto, ANTEL y su sindicato hacen un culto a la derrota, la que no se debe a la competencia sino a su propia naturaleza.
Hasta la semana que viene.
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com