NOSOTROS, LOS GRIEGOS, LOS REPUBLICANOS
NOSOTROS, LOS GRIEGOS, LOS REPUBLICANOS
La República Andante de Jenofonte
Fabricio Ferri
Compré el pequeño volumen de la Anábasis de Jenofonte, el relato del largo camino de regreso a casa que diez mil hoplitas griegos, mercenarios, tuvieron que emprender a través de Asia Menor al morir Ciro, su empleador y pretendiente al trono persa. Es un libro delicioso, escrito con un estilo clarísimo (especialmente en griego antiguo). Un relato emocionante que se lee de un tirón, lleno de pasiones genuinas.
La definición de Los Diez mil que ha aportado uno de los wikipedistas es genial: "marching republic"; y es que a lo largo de las páginas se respira contínuamente el espíritu griego: la democracia concreta. Los hoplitas se muestran pragmáticos, pero también asertivos, protestones; los líderes deben escuchar a la tropa, arengarla, convencerla de que sigan ese o aquel camino. Son múltiples las ocasiones en las que los soldados se ponen a votar o abuchear en medio del territorio hostil y no faltan tampoco las pedradas para los menos populares. Se dan casos surreales, pero también discursos preciosos, como el que Jenofonte realiza después de que los estrategas hayan sido asesinados por los persas:
"[...] the greatest witness of all is the freedom of our cities -the liberty of that land in which you were born and bred. For you call no man master or lord; you bow your heads to none save to the gods alone. Such were your forefathers, and their sons are ye."
Pero no se limita a la retórica: en su discurso, Jenofonte analiza todos los problemas que desaniman a las falanges: la falta de un guía, las distancias, el problema de los aprovisionamientos, las estrategias militares a seguir, etcétera. Las aventuras del libro son un contínuo problem-solving colectivo: los líderes escuchan atentamente cualquier sugerencia y el grupo intenta adaptarse a cualquier cambio, sin rubor. ¿Los honderos enemigos no pueden ser alcanzados por los arqueros cretenses? He ahí a 200 hoplitas rodios dispuestos a hacer un downgrade y lanzar sus temibles proyectiles de plomo. ¿El desfiladero es demasiado estrecho? ¡Todos en columnas! ¿El río infranqueable? ¡Un puente de pieles hinchadas! ¿Los carducos atacan por la espalda? ¡Improvisar un falso ataque! Es el triunfo de la inteligencia y la capacidad de adaptación al entorno. Y todo eso a lo largo de miles de kilómetros, a través de Anatolia, Mesopotamia, Armenia, la Cólquida, el Ponto...
Un inciso: cada vez que leo un relato griego me invade una intensísima sensación de modernidad. El primer pensamiento que acude a la mente es ese: "¡Esta gente era como nosotros!" En realidad somos nosotros, los europeos, los que básicamente no hemos cambiado desde hace 2500 años; y creo que ni siquiera hemos mejorado. Los griegos de aquel entonces -y simplifico por obvias razones de espacio- eran un pueblo con identidad propia, desperdigado por colonias, islas y penínsulas minúsculas. Compartían idioma y costumbres básicas. Lo que más me impresiona es su autoconciencia histórica, su capacidad para situarse en el contexto temporal de su época y compararse con los demás pueblos. Por ejemplo, cuando Jenofonte atraviesa las tierras de los Mosinecos, comenta lo extrañas que le resultan las costumbres de los nativos:
"It was agreed that this was the most barbaric and outlandish people that they had passed through on the whole expedition, and the furthest removed from the Hellenic customs, doing in a crowd precisely what other people would prefer to do in solitude, and when alone behaving exactly as others would behave in company, talking to themselves and laughing at their own expense, standing still, and then again capering about, wherever they might chance to be, without rhyme or reason, as if their sole business were to show off to the rest of the world."
El libro, de hecho, es básicamente un libro de viajes y contiene una plétora de estimulantes referencias antropológicas (que más tarde le vendrían muy bien a Alejandro Magno). Claro está que los griegos no estaban en viaje de placer sino huyendo en busca del mar, perseguidos por destacamentos persas y acosados por nativos antipáticos, como los temibles carducos, montañeses desconfiados que evitaban el choque directo y preferían lanzar proyectiles de fortuna. No faltan los momentos de heroísmo:
"They reached the summit of the mamelon from which Xenophon was descending, and began rolling down crags. One man's leg was crushed to pieces. Xenophon was left by his shield-bearer, who carried off his shield, but Eurylochus of Lusia[4], an Arcadian hoplite, ran up to him, and threw his shield in front to protect both of them; so the two together beat a retreat, and so too the rest, and joined the serried ranks of the main body."
Y también hay guiños literarios, como cuando Jenofonte anima a sus soldados parafraseando la Ilíada, demostrando de qué forma el corpus literario contribuía a unir las distintas variedades griegas en un solo pueblo que se reconocía en relatos épicos, en tragedias, en poesías. ¿Y las rencillas entre las polis? ¿No se parecen a las que suceden actualmente entre países occidentales? Nada. No ha cambiado nada. Y prueba de ello es el impagable díalogo entre Jenofonte el Ateniense y Quirisofo el Espartano cuando proponen ir a robar a un campo enemigo:
"But what right have I to be drawing conclusions about stealing in your presence, Cheirisophus? for you Lacedaemonians, as I have often been told, you who belong to the 'peers,' practise stealing from your boyhood up; and it is no disgrace but honourable rather to steal, except such things as the law forbids [...] Now then you have a fine opportunity of displaying your training. But take care we are not caught stealing over the mountain, or we shall catch it ourselves." - "For all that," retorted Cheirisophus, "I have heard that you Athenians are clever hands at stealing the public moneys; and that too though there is a fearful risk for the person so employed [...] So it is a fine opportunity for yourself also, Xenophon, to exhibit your education."
Sátira y batallas. Qué gran libro. Voy a hacerme ateniense y pagano.
Jenofonte, la expedición, el Anábasis
El intelectual soldado
"Nace en Atenas en la segunda mitad del siglo V adC, en el seno de una familia acomodada. Su infancia y juventud transcurrieron durante la Guerra del Peloponeso (431-404 adC), en la que participó formando parte de las fuerzas ecuestres. Fue discípulo de Sócrates y escribió diálogos inspirados en su persona. Durante el gobierno de los Treinta Tiranos, Jenofonte se unió a una expedición de mercenarios griegos a Persia conocida como la Expedición de los Diez Mil, contratados por el príncipe persa Ciro el Joven (con quien trabó amistad), que se enfrentaba con su hermano mayor Artajerjes II, el rey de Persia. A la muerte de Ciro en la batalla de Cunaxa, la expedición quedó abandonada a su suerte, por lo que se tuvo que abrir paso a través de 1.500 km. de territorio hostil hasta conseguir volver a Grecia. El relato de Jenofonte sobre esta expedición lleva por nombre Anábasis y es su obra más conocida. Alejandro Magno consultó durante su invasión a Persia este excelente escrito, que lo ayudó incluso a tomar serias decisiones en el ataque y asedio a diferentes ciudades y fortificaciones.
Más en http://es.wikipedia.org/wiki/Jenofonte
http://es.wikipedia.org/wiki/An%C3%A1basis
0 Comments:
Post a Comment
<< Home