El sillón de avión, las mellizas a los 21 y otra semana
El sillón de avión, las mellizas a los 21 y otra semana
El lunes 5 de mayo, las míticas "Mellizas de Equinox", las que con sus rifas de fin de año asolaban a los clientes y amigos que nos visitaban, cumplen 21 años. Leticia convertida en madre de Maia -y yo en abuelo de forma automática- trabajando y estudiando y haciendo de ama de casa y de mamá. Y Virginia, independizada, viviendo y trabajando en Mallorca y viajando por Europa. Ha pasado mucha agua bajo el puente de Equinox en estos años y han pasado muchas cosas buenas; la mejor de ellas, que seguimos siendo Equinox y la segunda, que la familia ha crecido y ha salido de la casa, como dice Pinky, ¡para conquistar al mundo, Cerebro!
Y sí, cada una de las dos, en su peculiar estilo, Virginia la capitana del ómnibus del Colegio; Leticia, la romántica, la madre perfecta y la que salió sola al mundo del trabajo, como también lo hizo Virginia en Europa y sola. Solas ellas, por sus medios, se consiguieron ubicar y crear su vida sin más apoyo mío que muchas sonrisas, muchas puteadas -porque era y soy aún de poca paciencia- y algún consejo, más lo que ellas decidieron había que hacer y ahí están volando su vida desde aquel sillón de avión que tengo desde los 15 años y sobre el que pasaron todas las etapas de mi vida y la de mis hijos.
Estamos todos, mis amigos de siempre, mis hijos, mis padres, las personas que compartieron etapas de mi vida en su momento, todos en cientos de fotos, ahí en ese sillón de un viejo Convair -creo- de Aerolíneas Colonia que se hizo puré en una pista y que fue pacientemente desarmado por mi tío Jorge Fleurquin -que era gerente de esa empresa- y repartido sus restos por todo Montevideo.
Ese sillón que todos me decían que tirara a la volqueta y a lo que yo me he negado rotundamente y que voy a restaurar para mi cumpleaños porque a mí que me gusta volar. He volado en todo lo que he podido, saldré de nuevo en esta etapa de mi vida en ese avión imaginario, cargado de recuerdos y de promesas, rumbo a donde me toque, pero sí, seguramente siempre hacia el sur, cada vez más al sur.
Como ven, esta semana nada de broncas ni de ironías ni sobresaltos, ya que en el momento en que en pocas horas mis dos hijas menores -que han llenado de orgullo y de su maravilloso y caótico desorden la edad adulta de mi vida- cumplen su mayoría de edad, es una buena oportunidad para agradecer que estoy vivo y disfrutando cada momento bueno o malo a resolver, porque todo se trata de eso, de llegar lo más lejos posible para que algún día alguien haga la suma de mis momentos felices y se pueda decir que fueron la mayoría de mis años, años buenos, años que valieron la pena, años volados desde un viejo sillón frente a la TV, sintiendo las turbinas del viejo avión imaginario que sigue volando para siempre.
A mis dos mellizas Obes Henze, Virginia "Pipita" y Leticia "Ticha", un beso enorme y como dicen los viejos mafiosos de la serie de Los Soprano: ¡Centanni! Y a su madre, Graciela, el agradecimiento por habérmelas dado.
Gracias a todos por estar ahí con nosotros cada Fin de Semana desde hace diez años, casi casi, que se cumplirán, Dios mediante, el próximo 3 de octubre de 2008.
Hasta la semana que viene.
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com
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