Ellos (los argentinos)
Ellos (los argentinos)
Antonio Fernández Arosteguy
Parodiando a Maria Seoane (Nosotros), recién escuché al Presidente Kirchner en Crónicas. Era una víctima y declaraba, entre otras cosas, que si se le brindaban los informes tantas veces pedidos y negados sobre impacto ambiental -porque con Uruguay el problema era ambiental y no otro- y si había conclusiones satisfactorias luego del receso pedido a ambas empresas papeleras, ambos gobiernos tendrían que llegar a un acuerdo porque somos países hermanos y el presidente uruguayo es un amigo. Tanto cinismo, en un argentino, no puede extrañar, pero sí da lástima ese concepto universal de que todos los latinoamericanos actuamos como ciudadanos "de baja intensidad", dijera O'Donell.
Es muy posible que en un futuro cercano se llegue a esa conclusión. Las papeleras no contaminan, seguirán su curso, el honor argentino lavado y el "enano llorón", contemplado. Pero creo que esta vez, el tema porteños versus orientales dejará secuelas, disimuladas tal vez, pero a la larga con consecuencias.
Para quienes conocemos la historia argentina en profundidad y con interés, desde sus comienzos, tanto como la nuestra, ilustrada después de su exaltación primitiva para "hacerla" nación por historiadores realistas como Félix Luna, García Hamilton, O'Donell; así como sabrosos comentarios periodísticos de Lanatta, más todos los relatos de viajeros extranjeros antes de su conformación política y también recientemente en nuestro medio con la publicación de Invasiones Inglesas y los comentarios de Auchmuty, creo que aunque históricamente no se debe juzgar en tiempo presente lo que ocurrió en el pasado, la verdad es que el saldo, de ocurrir así, no es muy favorable a nuestros vecinos.
Sus más recientes personajes públicos -que ellos exaltan como representativos- Bonavena, Monzón, Maradona, la ex-Presidenta Isabel Martínez, Galtieri, Moria Casán y tantos otros (nunca un Favaloro, que nunca invocan porque quema), así como en el pasado Rivadavia, Mitre, Urquiza (como Busti de Corrientes y comprado por los brasileros por una tropilla de caballos, ¿tres mil o más?), los hacen más menos que más.
Su impronta genética debe tener que ver, hace poco leí una estadística que desde finales de la última guerra mundial, Italia había tenido un promedio de un gobierno cada año y medio y la mayoría de sus figuras primordiales -derecha, izquierda, vaticanas, etc.- de dudosa moralidad, incluidas procesadas o huidas al extranjero.
Hace sesenta años que convivo con argentinos (mayoría porteños), trabajando dependientemente, vinculado simplemente o con amistad recíproca. Les he brindado servicios, sin ser servil. Me ha servido económicamente, como no podría haberlo hecho un coterráneo (especialmente montevideano, que también conozco). Creo conocerlos bien y no son estímulo de convivencia ciudadana: por su conducta -casi siempre esquiva y acorde a las circunstancias- aunque eso sí, bien paga, conocen el precio del destaque, aunque sea pago; hasta en el exhibicionismo familiar.
Pocas veces leí tan compenetrado como en Yo, el Supremo de Roa Bastos, la descripción de la conducta de un gobierno y sus representantes para juzgar a los porteños y su actitud frente a las provincias, incluida la nuestra; y que perdura a través del tiempo y otros protagonistas. El "piqueterismo"de hoy no puede sorprender, ya existía y su máximo exponente fue la asonada frente a Galtieri para declarar la guerra a Inglaterra y 90 días después, la misma frente al mismo, para lincharlo. Lo sublime y lo ridículo siempre ha ido de la mano de nuestros vecinos.
Yrigoyen, Evita, Galtieri, Kirchner y los que vendrán, no hay diferencias porque es una conducta asumida y arraigada en un pueblo, mezcla heterogénea y no ensamblada, que prosperó en una tierra feraz, atribuyéndose a sí mismo los méritos no ganados y que hoy, extinguidos, todo hace creer que van a una quiebra inevitable.
Nosotros tampoco escapamos a esa falta de grandeza para "pertenecer", sentir "la gloria de ser" y apuntar a cosas más altas que el bloqueo de rutas.
Renunciar a nuesta soberanía y ejercicio de la justicia para enviar al extranjero a tres ciudadanos uruguayos, implicados en un delito ocurrido en el país, es una forma débil de sucumbir ante presiones extranjeras. Y los gritos de rebeldía y los balazos a escondidas, ¿dónde están?
¿Qué pasaría si EEUU reclamara al asesino de Mitrione?
En un simple PC y el sitio que cualquiera puede tener, se puede ubicar un edificio como la Alcaldía de Busti y con la mercadería en las tres fronteras, cualquiera hace un objetivo al estilo israelí. Al fin de cuentas, tanta alharaca para tan pocas cosas. ¿Renunciaría Chile a la tierra que le ocupó a Bolivia fraudulentamente y por violencia, dejándola sin mar? ¿Eso es perder soberanía o un acto de justicia?
Puede que la cordillera evitó la contaminación y los tiempos los ayudaron -sangre mediante- a ver las cosas de otro modo. Leí Michelle -aconsejable, sobre todo a militares- y realmente asombra en nuestros medios y tiempos, una mujer así.
Ojalá se pudiera clonar para Uruguay; porque la verdad sea -no tengo nada contra mujeres- pero las que hoy hay a la vista -con muy poquitas excepciones- y que dicen que mandan, dejan mucho que desear.
Somos países jóvenes y en quinientos años hemos adelantado poco: no digo para llegar al cinismo de un Blair o la doble faz de un Chirac, pero por lo menos seguir las huellas de nuestros antepasados españoles o la de la siempre ejemplar Alemania (por favor, no caer en la clásica estupidez de asumir nazismo por esto), hoy también regida por una mujer; que en definitiva, no sé si el mundo no marchará mejor con ellas al frente, pero que no sean del Frente uruguayo.
Antonio Fernández Arosteguy
Parodiando a Maria Seoane (Nosotros), recién escuché al Presidente Kirchner en Crónicas. Era una víctima y declaraba, entre otras cosas, que si se le brindaban los informes tantas veces pedidos y negados sobre impacto ambiental -porque con Uruguay el problema era ambiental y no otro- y si había conclusiones satisfactorias luego del receso pedido a ambas empresas papeleras, ambos gobiernos tendrían que llegar a un acuerdo porque somos países hermanos y el presidente uruguayo es un amigo. Tanto cinismo, en un argentino, no puede extrañar, pero sí da lástima ese concepto universal de que todos los latinoamericanos actuamos como ciudadanos "de baja intensidad", dijera O'Donell.
Es muy posible que en un futuro cercano se llegue a esa conclusión. Las papeleras no contaminan, seguirán su curso, el honor argentino lavado y el "enano llorón", contemplado. Pero creo que esta vez, el tema porteños versus orientales dejará secuelas, disimuladas tal vez, pero a la larga con consecuencias.
Para quienes conocemos la historia argentina en profundidad y con interés, desde sus comienzos, tanto como la nuestra, ilustrada después de su exaltación primitiva para "hacerla" nación por historiadores realistas como Félix Luna, García Hamilton, O'Donell; así como sabrosos comentarios periodísticos de Lanatta, más todos los relatos de viajeros extranjeros antes de su conformación política y también recientemente en nuestro medio con la publicación de Invasiones Inglesas y los comentarios de Auchmuty, creo que aunque históricamente no se debe juzgar en tiempo presente lo que ocurrió en el pasado, la verdad es que el saldo, de ocurrir así, no es muy favorable a nuestros vecinos.
Sus más recientes personajes públicos -que ellos exaltan como representativos- Bonavena, Monzón, Maradona, la ex-Presidenta Isabel Martínez, Galtieri, Moria Casán y tantos otros (nunca un Favaloro, que nunca invocan porque quema), así como en el pasado Rivadavia, Mitre, Urquiza (como Busti de Corrientes y comprado por los brasileros por una tropilla de caballos, ¿tres mil o más?), los hacen más menos que más.
Su impronta genética debe tener que ver, hace poco leí una estadística que desde finales de la última guerra mundial, Italia había tenido un promedio de un gobierno cada año y medio y la mayoría de sus figuras primordiales -derecha, izquierda, vaticanas, etc.- de dudosa moralidad, incluidas procesadas o huidas al extranjero.
Hace sesenta años que convivo con argentinos (mayoría porteños), trabajando dependientemente, vinculado simplemente o con amistad recíproca. Les he brindado servicios, sin ser servil. Me ha servido económicamente, como no podría haberlo hecho un coterráneo (especialmente montevideano, que también conozco). Creo conocerlos bien y no son estímulo de convivencia ciudadana: por su conducta -casi siempre esquiva y acorde a las circunstancias- aunque eso sí, bien paga, conocen el precio del destaque, aunque sea pago; hasta en el exhibicionismo familiar.
Pocas veces leí tan compenetrado como en Yo, el Supremo de Roa Bastos, la descripción de la conducta de un gobierno y sus representantes para juzgar a los porteños y su actitud frente a las provincias, incluida la nuestra; y que perdura a través del tiempo y otros protagonistas. El "piqueterismo"de hoy no puede sorprender, ya existía y su máximo exponente fue la asonada frente a Galtieri para declarar la guerra a Inglaterra y 90 días después, la misma frente al mismo, para lincharlo. Lo sublime y lo ridículo siempre ha ido de la mano de nuestros vecinos.
Yrigoyen, Evita, Galtieri, Kirchner y los que vendrán, no hay diferencias porque es una conducta asumida y arraigada en un pueblo, mezcla heterogénea y no ensamblada, que prosperó en una tierra feraz, atribuyéndose a sí mismo los méritos no ganados y que hoy, extinguidos, todo hace creer que van a una quiebra inevitable.
Nosotros tampoco escapamos a esa falta de grandeza para "pertenecer", sentir "la gloria de ser" y apuntar a cosas más altas que el bloqueo de rutas.
Renunciar a nuesta soberanía y ejercicio de la justicia para enviar al extranjero a tres ciudadanos uruguayos, implicados en un delito ocurrido en el país, es una forma débil de sucumbir ante presiones extranjeras. Y los gritos de rebeldía y los balazos a escondidas, ¿dónde están?
¿Qué pasaría si EEUU reclamara al asesino de Mitrione?
En un simple PC y el sitio que cualquiera puede tener, se puede ubicar un edificio como la Alcaldía de Busti y con la mercadería en las tres fronteras, cualquiera hace un objetivo al estilo israelí. Al fin de cuentas, tanta alharaca para tan pocas cosas. ¿Renunciaría Chile a la tierra que le ocupó a Bolivia fraudulentamente y por violencia, dejándola sin mar? ¿Eso es perder soberanía o un acto de justicia?
Puede que la cordillera evitó la contaminación y los tiempos los ayudaron -sangre mediante- a ver las cosas de otro modo. Leí Michelle -aconsejable, sobre todo a militares- y realmente asombra en nuestros medios y tiempos, una mujer así.
Ojalá se pudiera clonar para Uruguay; porque la verdad sea -no tengo nada contra mujeres- pero las que hoy hay a la vista -con muy poquitas excepciones- y que dicen que mandan, dejan mucho que desear.
Somos países jóvenes y en quinientos años hemos adelantado poco: no digo para llegar al cinismo de un Blair o la doble faz de un Chirac, pero por lo menos seguir las huellas de nuestros antepasados españoles o la de la siempre ejemplar Alemania (por favor, no caer en la clásica estupidez de asumir nazismo por esto), hoy también regida por una mujer; que en definitiva, no sé si el mundo no marchará mejor con ellas al frente, pero que no sean del Frente uruguayo.
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