¡Felices fiestas!
¡Felices fiestas!
Antes que nada, señoras y señores que viajan en este medio de transporte virtual, permítanme distraer su atención unos minutos para presentar, directamente de su fabricante y sin pasar por intermediarios o sea, directo del Polo Norte o donde sea que el viejo Santa esté, un saludo cordial y un abrazo repiqueteante al ritmo de uruguayos tamboriles para esta Navidad y, lo que es más, también para Fin de Año y alguna fiesta de otra religión que no sea cristiana, pero que no tengo almacenada en el ADN de mi Departamento de Saludos.
¡Felix Navidad y Próspero... (que hagan mucha guita, quiero decir) Año Nuevo y que sea mejor que el que se va, que tuvo, como suelen tener todos los años por cortesía de la Vida, única e irrepetible, maravillosa por el solo hecho de serlo, momentos funestos y deliciosos, días para recordar y guardar en el álbum de cada uno, o para pasarle la gomita Dos Banderas para olvidarlos; y algunos, cuya categoría y calificación tendrán que esperar a que tengamos la experiencia suficiente, la calma y la madurez necesaria para darles un pingüino arriba o uno para abajo, dependiendo de qué lado del golpe o del beso hayas estado, si estabas dentro del cajón o mirando desde afuera al que partía de una y al pique para siempre.
Aún así, ¡Feliz Navidad! Porque me gusta la Navidad -dejando de lado que cada uno la religionise o no-, me gusta porque es la fiesta que tiene olor a jazmín del Cabo, como dice Virginia y porque mi padre y Maia cumplen en esa fecha, para complicación de los organizadores de festejos, pero para alegría -en pasado, para mi padre, en presente para Maia- por eso de que vas a recibir doble dosis de besos y abrazos y quizás, si las damas y caballeros de este medio internético han tenido la cortesía de pasar por la caja de Equinox, de regalos, dulces y guirnaldas. En fin, me gusta la Navidad con su contradictoria sensación de que siempre falta alguien que quedó por el camino, pero que siempre trae a alguien nuevo a la mesa familiar.
Sólo queria decir eso.
Ha sido un placer aburrirlos o divertirlos este año, ha sido más placer haberles vendido la afiliación al Club de Socios a aquellos que no tienen miedo de colaborar con este servicio, que ya lleva doce años y que permanecerá en la medida que cada uno de Ustedes -así con mayúscula, para darles un masajecito al ego- nos ayudan a estar en red.
Cumplido el mangazo, en nombre de mis hijos, de los hijas de mis hijos y en el mío propio y de todo el Staff de Equinox, les mando un abrazo a los caballeros y un beso a las damas, porque eso de mandar abrazos entre géneros distintos en lugar de besos -o saludos, si no gusta semejante atrevimiento virtual- me suena frío, distante y de otro mundo, pero cada uno es dueño de su forma de saludar y que lo haga como guste; yo, como el semanario es mío, lo hago así.
¡Feliz Navidad!
Maia, Leticia y Félix Obes
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