Gregorio a la parrilla

Gregorio a la parrilla



LAS BRASAS DE LA HISTORIA OFICIAL
Sí, le tocó. Y yo que había apostado un kilo de morrones rojos heredados de mi tía abuela Carlota Hermenegilda -la prima de los Sáez que se casó con el hermano del Coronel- a que Gregorio era intocable, que podían tocar a otros, hasta a Bordaberry, que ya había sido descartado y abandonado por todos, empezando por los militares. Pero hete aquí que contra mi olfato político, que debe estar resfriado, Gregorio marcha a la parrilla y no hay asonadas, rebeliones ni cañonazos, ni siquiera un petardo o un triquitraque cuartelero para salvar el honor de un régimen que él presidió mediante Cadena Nacional, dos tanquetas y mucha pompa y circunstancia que se ve arrastrada por los tribunales de este régimen socialista vengativo y enano, miope y mediocre, ensañado en cosas antiguas y en rencores de viejas, tal como en los años de oro de Gregorio, en que sus gentes hacían lo mismo, lo mismo, más de lo mismo.

HIJOS DE PUTA SURTIDOS
País rencoroso y estúpido, enano y chiquitense este Uruguay del siglo XXI que parece estar todavía bostezando en el XIX sin decidirse a ser adulto y dejar de ser un petiso gritón y mandón en su sala de comedor pero garcón en la vereda. Y no es que Gregorio en cana me quite el sueño, para nada; en los años de Gregorio, como todos los uruguayos, le bancamos sus putas cadenas y sus años de la orientalidad -que se los lleve la madre que los parió- y el mandoneo y el pedido de la cédula en cada esquina; y seguimos viviendo y trabajando y haciendo buenos negocios, porque una cosa es real: se afanaba menos que hoy dentro de ese país gris y aburrido, había menos joda que hoy y lo que había, marchaba, pero eso tampoco nos hacía muy felices porque aspirábamos a más y Gregorio era un mandón hinchapelotas que no nos gustaba ni nos gusta, pero de ahí a ensañarse con él, es un exceso, ya que había y hay más hijos de puta entre los que eran y son hoy los enemigos de Gregorio que entre su gente.

UNA MULTA DE TRANSITO PARA LA HISTORIA
Por eso Gregorio, que me puso una multa -lo juro por mis cuatro hijos y mi nieta- una multa porque le toqué bocina el día que dejaba Casa de Gobierno y salía con su comitiva rumbo al destierro cívico y, al pasar, le hice el "tatara tata, tatara tata" (se va a acabar, se va a acabar) y furioso, mientras yo seguía de largo, manda a cuatro miliquitos y un edecán de Palacio a interceptarme mientras yo daba la vuelta para agarrar Sarandí, a llevarme detenido a la Comisaría de Tránsito y pagar la multa por tocar bocina.

NO TENIA NADA MAS QUE HACER
Así es que, de verdad, les juro, no lloro por Gregorio ni lloro por ninguno de aquellos, pero me duele que mi país, este país que cada vez veo caer en una mediocridad que me da miedo, aún pierda tiempo con pelotudeces como éstas que sólo dan para escribir notas como la mía, porque no tengo nada más que hacer además de hacerle la cena a las niñas*.

Nos vemos la semana próxima.

Félix Obes Fleurquin
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*En verdad no cociné nada, nos fuimos con Leti y Maia a la marisqueria "Italo", vean en Pinguinos.

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