¡Leven anclas!
MERCOSUR AFUERA Y A NAVEGAR MIENTRAS HAYA VIENTO
¡Leven anclas!
El Mercosur no funcionó nunca, nunca va a funcionar, no nos sirve para nada. Es hora de sacarnos eso de encima y si lo que hoy pasa no basta para que el gobierno entienda aquello de "¿Qué parte de 'no les importamos' no entendiste?", es que el gobierno y la sociedad que los votó viven la ilusión de que somos relevantes para el resto del mundo.
Y no lo somos.
Y no es así porque nosotros mismos, a través de nuestros representantes, de nuestro aparato estatal, de nuestros medios de comunicación, no hemos perdido la oportunidad -salvo las lúcidas voces que son ajenas a esta especie de suicidio nacional- de demostrar que no tenemos planes, que se improvisa y se actúa en forma contradictoria, que no hay una jefatura clara del Estado y que no existe una línea de mando vertical que haga que lo que hay que hacer, se ejecute.
Se sabe en todas partes que nuestros vecinos nos ignoran y, pese a eso, se insiste en intentar aplicar una política de adulación pendular que ya no es efectiva pues ambos vecinos se han puesto de acuerdo entre ellos y, por tanto, es como si en el espacio que ocupamos, para sus fines prácticos, ellos sólo ven un vacío balbuceante y mal humorado que no termina de definirse como país en serio, que no termina de demostrarles que sin ellos tenemos viabilidad, como la puede tener cualquier isla en el medio de la nada, si está bien administrada y ejecuta políticas correctas para ser efectiva como sociedad.
Ellos, en base a eso, actúan como si no existiéramos y este papelón de La Haya, causa de la impericia de un Jefe de Estado sólo apto para discursos inviables, que es negado y ninguneado todos los días desde su propio partido, de un Ministerio de Inrelaciones Exteriores, una Cancillería inepta hasta para Parva Domus, esa república en broma de Punta Carretas -que, siendo un chiste viejo, está mejor administrada que Uruguay- y una sociedad que no percibe que estamos agarrados de un pincel y no se decide a EXIGIRLE al Gobierno que ponga fin a la estafa de los monopolios, al saqueo fiscal y que se deje de embromar con guerras y muertos que deberían ser del ámbito íntimo de los directamente involucrados, hace que hoy se nos haga imperioso dar un golpe de timón para evitar un desastre, una catástrofe porque con la actual estructura, el país es inviable a corto plazo.
La primera medida debe ser una inmediata salida del Mercosur y la firma de infinitos TLC con quienes nos los ofrezcan, porque la incertidumbre de los TLC es mejor a la certidumbre de un mercado común que no existe. Se debe dar un paso que tiene sus riesgos, sin duda, pero darlo de una buena vez y dándolo, tratar de manejar esa nueva realidad como la hacen todos los pequeños países que lo han hecho antes que nosotros y que por ello, están creciendo mientras nosotros vamos en sentido inverso. Y para eso, la natural cobardía de buena parte de la sociedad debe ser cambiada y es de los líderes civiles la responsabilidad de convencerla para que lo haga, a un espíritu de riesgo, el que tenemos todos por delante cada mañana, los que no somos parásitos del Estado ni tenemos la vida asegurada y que hace que cada una de esas mañanas sea el anticipo de una batalla que tiene que ser ganada para la noche, para recargar en espera de la siguiente.
Así es el Universo, un lugar lleno de incertidumbres y de riesgo y como el mecanismo de éste es parte de nuestros átomos, debemos actuar en consecuencia. La inamovilidad y la certeza es una ilusión, la materia y las sociedades que no se mueven, desaparecen; esto no es filosofía ni política, es pura física, nada más que eso y nada más simple que eso.
Paso número uno a dar: el Mercosur debe dejar de ser una de nuestras prioridades; debemos salir de él hacia otros puertos y navegando, tratar de llegar sin ahogarnos a costas mejores en donde, quizás, encontremos el país que los que luchamos por él, para cambiarlo, merecemos. Y no hay certeza de esto puesto que, como dije antes, la certeza es el refugio de los que no se animan a aceptar que cada uno como persona o como sociedad, está por las suyas y que no hay nadie que nos proteja o nos cuide y que la supervivencia es para aquellos que lo logran; los que no, desaparecen.
¿Quedó claro?
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com
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