Equinox Fin de Semana

Notas de Felix Obes Fleurquin y del Semanario Equinox Fin de Semana de Uruguay

Thursday, November 16, 2006

¡No se banca más!

¡No se banca más!

La regla número uno -o dos o qué sé yo cuál- que algunos manuales de periodismo que leí alguna vez dicen, es que no se debe escribir con rabia.

Estoy totalmente en desacuerdo, absolutamente en desacuerdo y por eso escribo esta noche en que UTE desapareció, la antesala anunciada mil veces por el amigo Carlos Maggi, por Alberto Saavedra, por cada uno de los uruguayos que piensan más allá de sus intereses particulares y tratan de hacer llegar el mensaje que yo he levantado tantas veces como ellos lo han escrito o dicho y al que he agregado mi punto de vista, que Uruguay, este Uruguay monopólico, sindicalista, estatista, atrasado, va a implosionar más temprano que tarde y a dejarnos a todos incomunicados, a oscuras, sin agua limpia, sin seguridad social o teniendo un remedo de ésta; sin asistencia pública salvo una tomada de pelo que cae cada vez más bajo; sin educación pública, convertida en una máquina de deseducar y de juntar votos para los sindicatos. Este Uruguay que no tiene futuro alguno si no lo replanteamos y se evitamos la catástrofe anunciada de una desaparición como sociedad organizada más allá de unas leyes y poderes decorativos y cada vez más corruptos e ineficaces.

Que UTE se cae, se cae. La payasada de las centrales a combustible en base a petróleo que no tenemos y que pagamos cada vez más caro gracias a un monopolio, ANCAP -que no tiene razón lógica de existencia más allá de dar vida a sus sindicalistas y cuadros dirigentes- es la peor solución posible para una situación de emergencia a la que sólo le queda una salida, que es la de liquidar esos monopolios antes que ellos y sus dueños sindicales nos liquiden a los contribuyentes y, como el escorpión montado en la rana, lo maten aún a costa de su existencia, porque sabemos que no pueden con su naturaleza y que nunca de su lado saldrá la solución, nunca darán un paso porque si lo dan se suicidan.

Por eso debe ser la sociedad civil toda la que pida su extinción, su liquidación, que pida furiosamente que se liquiden los monopolios del estado de una vez y para siempre para que Uruguay pueda crecer, ser productivo, como dice el eslogan risible de un gobierno que sin ser directo culpable de la situación, la ha acelerado porque tiene todos los vicios de sus antecesores multiplicados por infinito y que ni siquiera, cuando pudo dar su ayuda para salir de esta caótica situación, pudo salir de su discurso medioeval y retrógado y votó en contra de todo cambio posible; y hoy, en el poder, se deja llevar alegremente por los peores sectores que lo integran hacia la consecución de sus fines, que no son más que mantenerse en el poder todo el tiempo que sea posible aún a costa de que Uruguay haga el ridículo internacional.

De seguir flotando en la mediocridad, de que la sociedad uruguaya, totalmente desinformada por un aparato totalitario y mentiroso, defienda esta situación porque ha comprado una burda mentira: la de que esos aberrantes monopolios y sus integrantes le pertenecen, cuando en realidad es al revés, somos sus peones, sus vaquitas y nos ordeñan y saquean y cobran de más porque haciendo eso aprietan el cerco, el bloqueo y nos mantienen dentro de su horrible concepción del mundo, concepción que sólo existe en los países más atrasados o en vías de retroceso, como es el nuestro y los espejos en donde se mira esa nueva clase dirigente, las aberraciones de Cuba, Venezuela y cuanto mal parto político y económico haya por el planeta, la penosa Bolivia incluida.

Tenemos que liquidar los monopolios, enterrar los cadáveres putrefactos de lo que queda de los que ya murieron -PLUNA, BSE, Banco Hipotecario, AFE- y cerrar los que deberían haber nunca existido, los que hoy se caen: las comunicaciones, la electricidad, el agua. El país no puede atraer más inversores porque el sistema impositivo y de recaudación es infame y lo será más con esa aberrante ley de saqueo de la clase media que parirá un parlamento que es el espejo del estado de decadencia nacional, un parlamento que debería recibir una carga de caballería como la de Murat, harto de tomadas de pelo, de que fuera una burla al sistema democrático, de que representa no la voluntad de la Nación, sino la suma de todos sus defectos, temores y fobias.

No se banca más esto.

Esto que pasa hoy, esto que le pasó a OSE el año pasado y que le va a pasar este verano por la sobredemanda que NO puede abastecer, esto que pasó a ANTEL cuando dejó a Zonamérica en pelotas, fuera del mundo, todos los call center fuera de línea, esto que pasa aún ahora, vuelta la energía, cuando las conexiones internacionales se fueron al carajo, esto que pasa todos los días que un sindicato deja a pie a la gente bajo la lluvia, esto que pasa cada vez que un grupo de matones fascistas ocupan una empresa que no es de ellos sino de sus dueños, esto que pasa cada vez que cada juez se dedica a la cacería de brujas -con o sin razón- y que deja de ocuparse de los intereses de las propiedades de los particulares que son nada más y nada menos que la trama de la sociedad, esas propiedades que son las que pagan los impuestos y las tarifas y los salarios de los matones; debe cesar de inmediato.

Uruguay bloqueado y cercado sin salida de fibra óptica a la red internacional porque ANTEL le dijo que no al plan de Alberto Saavedra, que regalaba por tres vintenes esa conexión de alta velocidad al mundo, que ANTEL dijo que no e hizo esa torre estúpida e inútil, monumento a la imbecilidad de una clase dirigente que no representa más que a sus intereses. Este país, que en un lapsus de cretinismo festivo dijo que no al TLC, que en otro no vendió ANTEL que ahora sí que no vale un dólar; que en otro rapto suicida votó a favor del sindicato de OSE y que en el sumun del "síndrome de Troya", esa capacidad para hacerse daño uno mismo pese a todos los vaticinios razonables, pese a que la verdad le grita en la cara, dio su voto para que un país zaparrastroso digno de pena, Venezuela, entrara a formar parte de un Mercosur que no nos sirve de nada y cuyos integrantes nos escupieran en la cara, delante de todos, al no venir o venir con cara de culo a una cumbrecita lamentable de perdedores globales.

Y así, entre apagones y cortes, paros y contraparos amarillistas y fascistas, el entramado de mentiras y malas intenciones ha tomado cuerpo y la sociedad, perdida, sin líderes salvo unos oportunistas aficionados al discurso sesentero y a los beneficios de sentirse, de creerse víctimas de un golpe de estado que ellos mismos alentaron, propiciaron, aplaudieron y se morfaron por nabos, se encamina hacia un precipicio a toda marcha, en el tren de los incapaces que ellos dirigen, tren que ve una luz al final del túnel en que ha entrado y que no es la luz del final de éste ni la de la luz del día, sino la de otro tren más grande que se nos viene de frente llamado Realidad y Globalidad, lleno de chinos, chilenos, irlandeses, eslovacos, de vietnamitas, estonios y checos, de neozelandeses y de gente que siendo como somos acá, supo tomar el tren que va en la dirección correcta, opuesta al nuestro y que nos va a pasar por encima.

Sí, estoy enojado y escribo enojado porque tengo la responsabilidad de, antes de morir, dejar un país viable para mis hijos, para que no se vayan, para que el día final sean ellos los que me cierren los ojos y no extraños en nombre de ellos que, de seguir así las cosas, estarán viviendo desparramados por esta Tierra porque acá sólo quedamos un manojo de viejos hablando de guerras interminables, odiándonos por cosas perimidas, más preocupados de nuestros temores seniles que del futuro de una tierra hermosa que, pudiendo ser un pequeño gran país, dijera un amigo cuando escribía con amor al futuro, hemos convertido esa posibilidad en un apagón permanente, en una cola infinita de desesperados por un trabajo miserable en la Intendencia o en una oficina del estado que promete hacerlos ayudantes de lavandería en lugar de ingenieros o bioquímicos.

Creo que ha llegado la hora de cambiar de rumbo; el que llevamos no llega a nada, a absolutamente nada más que a un final penoso, como decía un poeta y terminaremos no en un estallido sino en un lamentable gemido. Y eso es lo que debemos evitar.

¡No se banca más este país claustrofóbico y viejo, debemos dar paso a la generación que nos sigue porque la nuestra ha fracasado estrepitosamente!

Y por eso, con las disculpas de mis colegas periodistas de la red y de los columnistas de Equinox, que pueden o no compartir mi punto de vista con rabia, declaro que yo, en lo personal, soy un opositor tenaz de este estado de cosas, de este aparato estatal infame, de este país actual que no reconozco como mío y que haré todo lo posible para denunciarlo, escarnecerlo, patearle para que despierte de una buena vez.

No sé quién vencerá, si el país que tiene que ser o si el país que es, pero sea como sea, pobres de los vencidos, la historia no tendrá piedad con ellos.

¡Vae Victis!

Félix Obes Fleurquin

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