La cabeza de Espitámenes
La cabeza de Espitámenes
Cansados de la guerra, los lugareños le enviaron a Alejandro, su enemigo, la cabeza de Espitámenes, su jefe, quien había resistido heroicamente al Macedonio durante casi un año de guerra de montaña. Alejandro, en su camino hacia el Indo, se había encontrado en esas montañas de lo que hoy es el norte de Persia, con una resistencia feroz por parte de una tribu que, fortificada entre dos acantilados, le impedía el paso hacia el este.
Al recibir la cabeza de su enemigo, Alejandro, como solía hacer en estos casos -como hizo al recibir el cadáver de Darío- mandó ejecutar con una seña despectiva a los que la traían como ofrenda. En su camino hacia la conquista de Asia, no era la primera y no sería la última vez que se encontraría con duros guerreros que le dificultarían el paso y tampoco sería ni la primera ni la última que la cobardía o la simple necesidad de sobrevivir a cualquier precio, haría que los jefes de la resistencia fueran entregados por los suyos, a fin de terminar la guerra y aceptar el vasallaje como regla de supervivencia.
En todos los casos Alejandro ejecutaba sin más a los que habían dado la orden de matar a ese líder enemigo y en todos los casos aceptaba el vasallaje con muestras de tolerancia, adecuada a las normas de la época. La doble lección de castigar al traidor -mensaje cruzado para los suyos y los otros- y la de premiar con la vida al que se rendía, lograba el efecto de que, a medida que avanzaba, sólo los muy resueltos se le enfrentaban, sólo los que tenían decidido que no pasaría o que morirían en el proceso.
Alejandro sabía que debería haber premiado la traición sin cortapisas para hacer más fácil su avance incontenible, pero en su naturaleza de soldado honorable le repugnaba que los que deberían haber apoyado a su jefe hasta el final, lo entregaran. Y así reaccionaba indefectiblemente porque si bien en su estrategia una cosa era conveniente, en su ética no podía aceptarla sin un gesto de desprecio e inmediato castigo para el traidor.
Muchos soldados y conquistadores antes y después de Alejandro sin duda se encontraron en una situación similar y muchos pueblos y ciudades que pudiendo haber resistido se rindieron, jalonan la historia de una lista interminable de héroes y cobardes, de soldados con dignidad, de pueblos con sentido y orgullo de su propia naturaleza.
Si Espitámenes hubiera sido uruguayo, en primer lugar hubiera tenido problemas graves en la escuela. Imaginen a las maestras pasando la lista y diciendo de corrido Espitámenes de Bactria, pues para muchas de ellas esto supera sus capacidades linguales y lo hubieran tomado como un trabalenguas, limitándose a decir: "Ese flaco del fondo", "¡Presente, señorita!" y santas pascuas. Alguna buena hubiera tenido, nadie lo llamaría a dar la lección por los mismos motivos de tener miedo a atragantarse con tan largo nombre que parece sacado de "tres tristes tigres comen en un plato de trigo propiedad de Espitámenes de Bactria", -¡dale, probá y vas a ver!- con lo que la vida del flaco en un ambiente semianalfabeto funcional como una escuela uruguaya hubiera sido de una placidez tal, que le hubiera permitido llegar a su madurez bastante intacto y ya capacitado para tan grandes destinos.
Si hubiese permanecido en el continuo espacio temporal helenístico, claro, donde su augusta cabeza hubiera terminado en bandeja de plata frente al gesto adusto y contrariado del Magno; pero de haber salido de esa época y de los pocos libros que lo mencionan, ni qué hablar de la peliculita de la Jaula de las Macedónicas que dieron hace poco y que es una pura mierda; el flaco, de haber sido uruguayo, dudosamente hubiera estado frente a una rebelión, un levantamiento o una resistencia heroica frente a nadie ya que en Uruguay es sabido que dejamos dar golpes de estado alegremente, dejamos que los golpistas lo dieran por finiquitado y se fueran a su casa; y dejamos que los que apoyaron y provocaron el golpe sean gobierno y sean un absurdo histórico y la burla del mundo civilizado, hazmerreír de los empresarios de Finlandia y España y Bactria y Macedonia que llegan al Sur. En fin, acá el flaco Espitámenes no hubiera sido héroe de nada, a lo más se hubiera muerto de cáncer o de angustia y soledad, como se mueren los que han tratado de mover de su inercia a la masa uruguaya que parece una mezcla de plasticina y dulce de leche.
Miren bien si en el fondo este territorio no merece una tragedia griega para representarlo. Tenemos un Ministro Flaco del Interior que parece una cariátide deprimida que toca el pito para auyentar a los ladrones que roban a todo el país; un Presidente más preocupado por su seguridad personal que por los logros de su gobierno, que quiere tener un avioncito propio en un país que debería privatizar hasta los aviones del parque Rodó porque necesita plata desesperadamente; que tiene una compañía aérea de esas que te subís para ir a Panamá y vas a dar a Caxias, un mamarracho con más azafatas que pasajeros; en fin, una Ministra de Salud de zapatos rojos que parece mi prima Luz María cuando se disfrazaba de manola en carnaval; un Ministro de Finanzas y Economía que habla como un predicador de feria y no sabe gestionar un kioskito; y una señora que en su casa debe hacer buenas empanadas criollas y que la metieron a Ministra de Defensa. Griega, macedónica, persa, una tragedia total con Espitámenes en la Rambla Sur haciendo dedito para ir a laburar a La Teja de ayudante de limpiador de water closets y para ganar casi más que un soldado o un policía o un maestro, ¡es clarito!
Hasta la semana que viene,
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com
Cansados de la guerra, los lugareños le enviaron a Alejandro, su enemigo, la cabeza de Espitámenes, su jefe, quien había resistido heroicamente al Macedonio durante casi un año de guerra de montaña. Alejandro, en su camino hacia el Indo, se había encontrado en esas montañas de lo que hoy es el norte de Persia, con una resistencia feroz por parte de una tribu que, fortificada entre dos acantilados, le impedía el paso hacia el este.
Al recibir la cabeza de su enemigo, Alejandro, como solía hacer en estos casos -como hizo al recibir el cadáver de Darío- mandó ejecutar con una seña despectiva a los que la traían como ofrenda. En su camino hacia la conquista de Asia, no era la primera y no sería la última vez que se encontraría con duros guerreros que le dificultarían el paso y tampoco sería ni la primera ni la última que la cobardía o la simple necesidad de sobrevivir a cualquier precio, haría que los jefes de la resistencia fueran entregados por los suyos, a fin de terminar la guerra y aceptar el vasallaje como regla de supervivencia.
En todos los casos Alejandro ejecutaba sin más a los que habían dado la orden de matar a ese líder enemigo y en todos los casos aceptaba el vasallaje con muestras de tolerancia, adecuada a las normas de la época. La doble lección de castigar al traidor -mensaje cruzado para los suyos y los otros- y la de premiar con la vida al que se rendía, lograba el efecto de que, a medida que avanzaba, sólo los muy resueltos se le enfrentaban, sólo los que tenían decidido que no pasaría o que morirían en el proceso.
Alejandro sabía que debería haber premiado la traición sin cortapisas para hacer más fácil su avance incontenible, pero en su naturaleza de soldado honorable le repugnaba que los que deberían haber apoyado a su jefe hasta el final, lo entregaran. Y así reaccionaba indefectiblemente porque si bien en su estrategia una cosa era conveniente, en su ética no podía aceptarla sin un gesto de desprecio e inmediato castigo para el traidor.
Muchos soldados y conquistadores antes y después de Alejandro sin duda se encontraron en una situación similar y muchos pueblos y ciudades que pudiendo haber resistido se rindieron, jalonan la historia de una lista interminable de héroes y cobardes, de soldados con dignidad, de pueblos con sentido y orgullo de su propia naturaleza.
Si Espitámenes hubiera sido uruguayo, en primer lugar hubiera tenido problemas graves en la escuela. Imaginen a las maestras pasando la lista y diciendo de corrido Espitámenes de Bactria, pues para muchas de ellas esto supera sus capacidades linguales y lo hubieran tomado como un trabalenguas, limitándose a decir: "Ese flaco del fondo", "¡Presente, señorita!" y santas pascuas. Alguna buena hubiera tenido, nadie lo llamaría a dar la lección por los mismos motivos de tener miedo a atragantarse con tan largo nombre que parece sacado de "tres tristes tigres comen en un plato de trigo propiedad de Espitámenes de Bactria", -¡dale, probá y vas a ver!- con lo que la vida del flaco en un ambiente semianalfabeto funcional como una escuela uruguaya hubiera sido de una placidez tal, que le hubiera permitido llegar a su madurez bastante intacto y ya capacitado para tan grandes destinos.
Si hubiese permanecido en el continuo espacio temporal helenístico, claro, donde su augusta cabeza hubiera terminado en bandeja de plata frente al gesto adusto y contrariado del Magno; pero de haber salido de esa época y de los pocos libros que lo mencionan, ni qué hablar de la peliculita de la Jaula de las Macedónicas que dieron hace poco y que es una pura mierda; el flaco, de haber sido uruguayo, dudosamente hubiera estado frente a una rebelión, un levantamiento o una resistencia heroica frente a nadie ya que en Uruguay es sabido que dejamos dar golpes de estado alegremente, dejamos que los golpistas lo dieran por finiquitado y se fueran a su casa; y dejamos que los que apoyaron y provocaron el golpe sean gobierno y sean un absurdo histórico y la burla del mundo civilizado, hazmerreír de los empresarios de Finlandia y España y Bactria y Macedonia que llegan al Sur. En fin, acá el flaco Espitámenes no hubiera sido héroe de nada, a lo más se hubiera muerto de cáncer o de angustia y soledad, como se mueren los que han tratado de mover de su inercia a la masa uruguaya que parece una mezcla de plasticina y dulce de leche.
Miren bien si en el fondo este territorio no merece una tragedia griega para representarlo. Tenemos un Ministro Flaco del Interior que parece una cariátide deprimida que toca el pito para auyentar a los ladrones que roban a todo el país; un Presidente más preocupado por su seguridad personal que por los logros de su gobierno, que quiere tener un avioncito propio en un país que debería privatizar hasta los aviones del parque Rodó porque necesita plata desesperadamente; que tiene una compañía aérea de esas que te subís para ir a Panamá y vas a dar a Caxias, un mamarracho con más azafatas que pasajeros; en fin, una Ministra de Salud de zapatos rojos que parece mi prima Luz María cuando se disfrazaba de manola en carnaval; un Ministro de Finanzas y Economía que habla como un predicador de feria y no sabe gestionar un kioskito; y una señora que en su casa debe hacer buenas empanadas criollas y que la metieron a Ministra de Defensa. Griega, macedónica, persa, una tragedia total con Espitámenes en la Rambla Sur haciendo dedito para ir a laburar a La Teja de ayudante de limpiador de water closets y para ganar casi más que un soldado o un policía o un maestro, ¡es clarito!
Hasta la semana que viene,
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com
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