SOBRE LA OLA, LA PELICULA Daniel Muñoz
SOBRE LA OLA, LA PELICULA
Por Daniel Muñoz
La ola, una película imprescindible, una mirada feroz sobre la condición humana y un toque de atención aterrador sobre los peligros que acechan a las democracias cuando dos ideologías aparentemente antagónicas se conjuntan en un proyecto político autoritario.
Basta con analizar el nombre que Adolf Hitler y sus adláteres dieron a su partido para comprender de qué estamos hablando. Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei; (Partido Nacional – Socialista Alemán de los Trabajadores). O sea la conjunción trágica de postulados socialistas, anticapitalistas y una praxis política nacionalista. Esta conjunción ha llevado siempre a la humanidad hacia un final previsible: guerra y genocidio.
Ya el siglo XX, prestaba un antecedente de idéntico dramatismo en sus resultados; el marxismo desvirtuado que en sus orígenes se había gestado internacionalista y antinacionalista y luego derivó a través del estalinismo en una conjunción de socialismo y nación al servicio de los intereses del nacionalismo ruso y de la nomenklatura soviética, culminó en una idéntica orgía de muerte y destrucción.
Es por este parentesco ideológico que debemos explicar la temprana alianza entre Stalin y Hitler a través del pacto Ribentrop – Molotov que dio como resultado, 35 días después de su otorgamiento, al inicio de la segunda guerra mundial, la repartija de Polonia y el genocidio de Varsovia y el de Katin, magistralmente relatado por Andrzej Wajda en una película antológica también imprescindible.
Pero “La Ola”, no habla de historia sino de presente. Habla de jóvenes universitarios alemanes (podrían haber pertenecido a cualquier país) sobre los finales del siglo XX con celulares y google incluidos, que son inexorablemente arrastrados a un ejercicio autoritario del cual no puede sustraerse ni el mismo proponente.
Una mirada aterrada y aterradora, de cómo, en forma irracional y solapada se produce en este grupo humano la adhesión inconsciente a los valores centrales de esta ideología combinada nacional y socialista, a una forma de neo fascismo que no pasa por raparse el pelo sino que comienza por vestir una inofensiva camisa blanca y que es capaz de engendrar en un grupo humano individualista y apático una psicosis pseudo revolucionaria, no elitista, no racionalista, movilizadora y movimentista.
Atentos ciudadanos y libre pensadores, la cultura de masas no es indiferente a las nuevas generaciones y los principios nacional socialistas tampoco. La consigna de que “unidad es poder” es un imán y una punta de lanza directa al corazón de nuestras sociedades y con ella es fácil infiltrar los valores centrales de la ideología nazi, magníficamente recopilados por Jeffrey Herf en su obra magistral “El modernismo reaccionario”.
Sólo transcribiremos algunos de ellos para establecer el paralelismo que surge entre estos y las valoraciones manifestadas por los estudiantes sometidos al experimento: reemplazo de las instituciones por líderes carismáticos; exaltación de los intereses colectivos nacionales supuestamente altruistas sobre los intereses individuales calificados como egoístas, desprecio por la civilización burguesa y por todo lo anglosajón, anticapitalismo, antiamericanismo y antiliberalismo, renovación mística de la identidad nacional con nostalgia por una comunidad genuina de sangre lenguaje y tradiciones; sensación de caída inminente de la propia nación y necesidad consecuente de una acción revolucionaria dirigida a su salvación; reclamos a favor de unidad espiritual de la nación contra la decadencia capitalista y extranjerizante; reivindicación de “los pueblos jóvenes” contra la decadencia de la civilización occidental judeo cristiana; aceptación y promoción de la violencia como medio legítimo de la acción política; movilización popular; autoritarismo; militantismo y militarismo; rechazo del cosmopolitismo; adhesión a la nación como una unidad redentora; sentimiento de inferioridad nacional compensado por proyectos delirantes acerca de la misión histórica de la propia nación; proyecto de construcción de un “hombre nuevo”; opción a favor de la cultura contra la civilización; entronización de la cultura nacional como paradigma cultural central; denuncia de la falsedad y obsolescencia de la cultura universalista primacía de la política sobre la economía y del Estado sobre el mercado; desprecio por el comercio y por los partidos políticos; negación de la realidad a través de formas de realismo mágico; heroísmo romántico.
Si estos valores pueden infiltrarse en sociedades opulentas, en verdaderas Repúblicas, en países parlamentaristas regidos por gobiernos liberales de centro derecha o socialdemócratas de centro izquierda, imaginen “el huevo de la serpiente” incubando en el seno de procesos populistas en una América Latina indígena y pobre.
0 Comments:
Post a Comment
<< Home