El año de la langosta
UN LLAMADO A LA RESISTENCIA CIVIL CONTRA LA MAQUINARIA DE PICAR A LA CLASE MEDIA
El año de la langosta
La langosta se ha digerido el poder judicial y nos lo eructa en la cara
La langosta que llegó con la sequía de otras alternativas y que tomó el poder en ausencia de nadie que le hiciera frente, se prepara para devorar y destruir a la República. Es su año, el de los saqueos legalizados por un parlamento títere y uniforme, lleno de alcahuetes y metidos a dedo, en donde los que debieran oponerse se dedican a cuidar su terrenito porque saben que es el año de la langosta y poco quedará cuando ella se dedique a destruir lo que ha costado vidas enteras alcanzar.
Es el año de la langosta, el año de nuevos impuestos, el año del hambre desmedida de los funcionarios del Estado ladrón que ellos administran para su propio beneficio y para nada más que eso. El año en que OSE da agua sucia; el año en que UTE verá si colapsa o no, dependiendo que llueva mucho o poco, porque depende de la lluvia y no de su obsoleta e ínfima capacidad energética; el año que ANTEL dará menos servicio a mayor costo en un país de 300 kilómetros de largo, que no tiene tarifa única nacional; el año en que ANCAP seguirá robando con el combustible más caro del planeta y encima hará, por medio de una corrupta decisión, un negociado con Venezuela por el método del dedo, sin licitación ni nada. Estamos en el año de la langosta y ella tiene hambre y debe comer; tiene apuro y no le importan las formas. Así ha liquidado a su competencia a dedo en los servicios oncológicos, así a dedo distribuye publicidad oficial de servicios monopólicos que no necesitan publicidad -porque estamos condenados a ellos- entre los medios alcahuetes y obsecuentes que los aceptan de rodillas, en una república humillada en la que no hay casi nadie que se oponga a su arbitrariedad y desmesura.
Es el año de la langosta y veremos el cielo cubierto de negro y sentiremos el zumbido aterrador de sus alas y el crujido de sus mandíbulas que devorarán lo que tenemos, lo poco que tenemos. Y la langosta, no contenta con robarnos, hará publicidad de ese impuesto a la clase media y gastará millones de dólares en los medios alcahuetes para tratar de explicarnos que el saqueo no es tal. Mientras nos roba, tratará de convencernos de lo contrario, como si alguno de nosotros que paga 10 y mañana pagará 11 ó 12, seamos tan, pero tan estúpidos, imbéciles, giles, gilipollas, nabos como para creer que todo este saqueo descarado se hace en beneficio de alguien más que no sea el propio ladrón: la DGI que cada vez recauda más para pagar el costo de un estado de langostas hambrientas que cada vez son más porque se reproducen y corrompen para que la gente desesperada se una a ellas, porque saben que comerán mientras nosotros les sigamos dando lo nuestro.
La langosta hambrienta asaltará el sistema de salud privado -que es casi perfecto para un país pobre como éste- para tapar su caos en los servicios públicos que no sirven ni para atender un parto; la langosta destruirá lo que queda de la educación pública y tratará de gobernar las mentes de los niños -que tratamos de rescatar de su desidia pagando educación privada- por medio de un absurdo curso de adoctrinamiento basado en la invención de una historia en que la langosta y la gente que le dio origen (comunistas, socialistas tupamaros, todos ellos liberticidas, anti-republicanos, estalinistas de alma) impongan su odiosa y frustrada versión de la realidad en nuestros hijos.
El año de la langosta será y ya está siendo el año en que este gobierno de nómadas intelectuales que vienen viajando con su frustración y odio a cuestas desde el fondo de los tiempos, odiando y detestando todo sistema de éxito, regocijándose con la muerte y alimentando el rencor de las generaciones con el recurrente negocio de usar muertos en su propio beneficio, será un mal año. La inflación finalmente ha llegado porque el impulso que dio el gobierno anterior ya no alcanza para mover a un país que, con este gobierno, no ha dejado de ver pasar de largo oportunidades de oro, mientras ellos pensaban en muertos y en juzgar viejos enemigos, esos enemigos suyos que los dejaron en evidencia hace treinta años como cobardes y traidores a la patria. Y al pensar en el pasado no han visto cómo el viento ha dejado de soplar, las velas de la Nación cuelgan flácidas y ellos no saben remar ni dónde quedan los motores, porque siempre han sido segundones mediocres y no tienen más capacidad que la de devorar como langostas lo que tienen delante.
El año de la langosta debe ser el año en que nos paremos frente a esa horda que se prepara para asolar la República y las enfrentemos, les digamos claramente que no a cada una de sus iniciativas, que le neguemos su pretendido derecho a robarnos, porque se trata de eso. El Gobierno de este país, hoy, no tiene autoridad moral para seguir gobernando un día más y de eso se trata; su pretendida mojigatería moralista no es más que la excusa para poder sacarnos cada vez más y como tiene una mayoría legislativa que usa groseramente, hará más leyes impúdicas e injustas que impondrá por medio de un poder judicial a su servicio porque de su independencia me río, que no la tiene. En Uruguay, hoy, no hay justicia, no existe y si no, vean que un Juan cualquiera quema una bandera y va preso; y un tupa, un traidor a la patria, un terrorista quema otra y como es su gobierno el que gobierna, el gobierno de los terroristas y comunistas, a él no le pasa nada de nada.
La langosta se ha digerido el poder judicial y nos lo eructa en la cara.
La langosta debe ser parada en seco. Hay que frenarla porque en eso se nos va la vida y esto no es exageración ni dramatismo barato. Si la langosta aplica toda la batería de iniquidades disfrazadas de reformas que tiene entre sus garras, no vamos a poder pagarlas, no tenemos los medios de pagar lo que la langosta desesperada de hambre necesita y por eso hay que combatirla, hay que rechazarla, quitarle legitimidad. Empezando por aceptar que su gobierno, si bien es legal, está en un país con una legislación penal fascista que se usa para amedrentar a la población, para castigar a los pequeños en un país en el que hoy, sí es verdad que la ley se aplica solamente al débil y no al fuerte; si no, miren el horrible caso de un anestesista ejecutado mientras jefes médicos no son tocados. A la langosta le gusta tener chivos expiatorios, sabe que su público, su fiel público de langostas, gusta del circo para dejar de pensar en la realidad y a ella le gusta usar a sus presos políticos, los Peirano, los militares, Bordaberry, como títeres para divertir a la chusma que aúlla de alegría como africanos en el bush cada vez que la langosta monta un espectáculo para distraerlos mientras le roba.
Hay que parar a la langosta. ¿Y cómo?, me dirán. Pues bien, en primer lugar, aceptando que este gobierno ya, a esta altura, con dos años de fracasos, con dos años de impedir el crecimiento de la República, su enriquecimiento, no es capaz de gobernar el país, no lo será nunca y que si gana de vuelta las elecciones, el mal será mayor. Hay que derrotar a esta alimaña en las próximas elecciones y eso es el primer objetivo de la lucha contra la langosta y entretanto hay que humillarlo demostrando que todas sus mentirosas reformas, que no reforman nada más que la manera de robar a la clase media, son nada más que eso, un robo.
La langosta ha probado que no sabe gobernar. Que dilapida los tesoros de la Nación en absurdas y patéticas iniciativas como el malhadado Plan de Emergencia, que sólo ha servido para enseñarle al lumpen que no tiene que trabajar. Que su condición de paria es suficiente para que el Estado no le exija nada. Que siendo como es, es intocable, que arrasando la ciudad y llenándola de basura no deberá temer a nada ni a nadie ya que el Estado de la Langosta le da de comer, le da dinero para su celular, para su pasta base;y evita que la buena gente indignada le queme su asqueroso carro o lo saque a patadas de su vereda. Y por eso y otras cientos de catástrofes con que la langosta ha llenado nuestra vida, debe ser erradicada de la vida política de la Nación, para siempre y es obligación de cada uruguayo que sepa esto, actuar en consecuencia.
Es ella o nosotros, así de sencillo.
Hasta la semana que viene.
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com
2 Comments:
At 4/27/2007 6:32 PM, carlitos said…
El tema es que la clase política ha identificado a los vagos como su principal objetivo. Para ganar votos y popularidad no es redituable prometer trabajo, por la simple razón de que los trabajadores son minoría.
La población de vagos está compuesta por lúmpenes, funcionarios públicos, jubilados que en su puta vida laburaron y pensionistas. Es mejor ganarse el favor de esta gente porque son mayoría.
No es redituable favorecer a los sectores que trabajan y se ganan honestamente el dinero en el sector privado. Estos al ser minoría, simplemente no tienen peso político frente a la mayoría.
De cualquier forma, esta situación no puede continuar indefinidamente. Ocurre que la minoría trabajadora financia a la vagancia. Y por lógica este proceso se agudizará: cada vez habrá más vagos y menos trabajadores. Y en algún punto, más tarde o más temprano, este sistema colapsará: cuando la minoría que trabaja esté arruinada y ya no exista más nada para robar.
At 5/04/2007 11:23 AM, Equinox Fin de Semana said…
Totalmente de acuerdo Carlitos y estos hijos de puta seguiran con sus planes de emergencia al estilo fascista para juntar votos a cambio de unos pesos para la pasta base
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