Bienvenido, Mister Bush
Bienvenido, Mister Bush
¡Sí, señor, bienvenido! Pese a la chillería de los monos subidos a las palmeras, del simiaje de los sindicatos, de la jaula de locas de las ministras carnavaleras que llenan de parientes su palmera, pese a los alaridos de espanto de los stalinistas -ese sí, asesino hijo de mil putas- pese al horror de los castristas -ese también, viejo homicida que está momificado con la bendición de todos los imbéciles útiles del mundo- pese a todos esos y a todas las cacatúas de la calle, la mersa que sólo repite las idioteces que no entiende. ¡Sí, señor! Bienvenido Mister Bush a Uruguay.
Porque independientemente de lo que pensemos de las cualidades morales de Bush, de su papel en Irak, de que nos guste en lo personal o no, de toda una serie infinita de subjetividades, es a Estados Unidos, nuestro principal cliente, el mercado al que debemos concentrar nuestra mejor producción y a través del cual podremos acceder a cada vez mejores mercados. Pese a la chillería de todos estos que quieren que el país se suicide al ritmo mercosuriano y que siguen repitiendo las mismas tonterías de hace 50 años con la misma cadencia monótona de los idiotas, cadencia de la que tenemos que salir gracias a socios como el Señor Bush o el que lo suceda, sea del partido que sea y lo antes posible, para que no pase que, aburridos de los vaivenes del gobierno, se vayan y nos den un portazo.
Los que darán el lamentable espectáculo de manifestaciones, murgas y llamadas políticas, que lo hagan. Que se saquen el odio hacia su misma mediocridad que proyectan en símbolos como el del Presidente de Estados Unidos, que griten y se retuerzan en el piso de furia mientras nadie les da pelota, porque ya sabemos que la misma rabia con que reciben a Bush la convierten en adulación y babosería cuando verdaderos tiranos llegan a este país, como Castro o el matón venezolano. Ellos, alcahuetes que hacían cola en la embajada de la Unión Soviética para cobrar su salario de agentes de ese imperio genocida y que ahora, en su senilidad, se las dan de demócratas y se enojan porque el Presidente de la República invita a un mandatario extranjero de un país con el que tenemos muchos negocios que hacer.
Y se trata de eso, de hacer negocios, de vender y cobrar y hacer dinero. Toda la estupidez ideológica no da de comer a nadie, sólo a los que la usan para estar atornillados a sus cargos sindicales mientras el resto paga sus parques de vacaciones y sus salarios de inamovibles, porque si no hacemos negocios con todo el planeta y firmamos TLC's con quien venga y seguimos enganchados al Mercosur -del que aparte de reuniones políticas y tres cajones de Agua Salus no se saca nada más que pérdida de mercados y estar codéandose con lo peor del área- estamos fritos como nación, así que ¡Bienvenido a Uruguay, Mister Bush!
Veremos si el misterioso Vázquez tiene la capacidad de explotar esta oportunidad de oro para Uruguay y veremos en realidad quién es realmente Vázquez. Veremos en marzo si todos esos misterios que tiene y esas idas y vueltas y contradicciones son parte de una estrategia o si únicamente son una sucesión de metidas de pata de un titubeador que ha llegado allí porque no tenía a nadie corriendo contra él y gracias a la torpeza de los que lo precedieron. Veremos finalmente si una vez pasadas las manifestaciones de los retrógrados y la murga anti imperialista y las frases mezcladas que Vázquez deberá meter en sus dircusos frente a Bush para contentar a la chillería, son realmente eso o no. Como decían hace unos días en una radio: una vez que Bush y Vázquez queden a solas, veremos al irse el invitado qué queda en resultados concretos.
Y ahí sabremos, de una vez por todas, si este gobierno al que le soportamos tanta soberbia, tanto saqueo fiscal, tiene algo para dar o no. Veremos si negocia acuerdos, si los negocia bien y quién los negocia, ya que Gargano no existe. Muchas cosas sabremos por esta visita.
No sólo entonces por los tratados comerciales que se puedan concretar con el presidente de un mercado enorme -y sólo eso importaría, lo demás no da ni para perder un minuto- sino porque veremos quién es este hombre que dice que gobierna este país: si un tipo capaz o no, si merece estar en ese cargo o debería ser nada más que un dirigente del fútbol o no; todo eso será la resultante de esta visita. Por eso también, ¡Bienvenido Mister Bush!
Félix Obes Fleurquin
felixobes@gmail.com
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