LA BATALLA DEL GERIATRICO, LAS HORAS FINALES
La batalla del geriátrico,  las horas finales
 Otra elección y van tres desde que  Equinox existe y creo que es la más aburrida, la campaña más deprimente, los  candidatos que han llegado con más rechazo y por descarte que por entusiasmo de  sus electores, el peor nivel de enfrentamiento, digno de un Macondo espiritual e  intelectual mezclado con un aire africano de hacer política; dos viejos  desgastados, maltratando nuestra paciencia y nuestro tiempo para que votemos el  que cada uno de nosotros cree es menos dañino para lo que va quedando de un  sueño de país, sueño que tuvimos todos algún día.
 No creo nada de lo que han dicho ni creo  que ellos sepan exactamente lo que quieren, además de ganar aunque sea in  extremis porque la sociedad está votándolos con hastío y paciencia digna de  un pueblo educado, que si fuera en otras latitudes los hubieran colgado de un  árbol a cada uno. Estoy molesto con los dos y voy a votar al que creo que sirve  más para sacudir menos al país con estupideces y planes de viejos reblancidos,  pero no espero nada nuevo en el caso de que estos dos, uno de ellos, llegue con  viejas cantinelas seniles que sólo importan  a las generaciones que están  muriendo, no a las que están creciendo, porque ellas son las más desconcertadas,  se están dando cuenta que están en el medio de una batalla geriátrica que poco  tiene para ofrecerles, sino más exilio, más  partidas hacia otros mundos, más empleos mediocres en un país mediocre que ni  siquiera tiene historia verdadera, porque ha tenido que inventar héroes donde  sólo había personajes grises y sin luz, porque nació todo viejo y agotado, como  viejo y penoso es el episodio de la peor campaña electoral que he visto en mi  vida.
 Una carrera de nulidades paralíticas  intelectuales y sin imaginación y sin poesía ni esperanza, en la que llegará uno  para desparramarse en la meta y agonizar de agotamiento antes de ponerse la  banda presidencial. Me han agotado la paciencia y si vamos a votar en casa es  porque creo que peor es no hacerlo, pero nos han hecho perder el tiempo porque  lo que pasará en unas horas ya lo habíamos cantado hace tres años: de que sin  imaginación, el intento de alcanzar el poder y hacer el país moderno que no  somos, sería un imposible.
 Uruguay será bien uruguayo pasado mañana  en el peor sentido del término.  La mediocridad ha ganado esta elección y  deberemos esperar con paciencia y tolerancia que los ganadores no hagan  demasiado daño, que no toquen controles de una nave que está más allá de su  patética visión del mundo y que nos dejen llegar enteros a las próximas  elecciones donde, espero, se hayan renovado los cuadros de todos los partidos  del país para no tener que repetir esta guerra en el asilo de ancianos con  senilidad intelectual que fue esta penosa etapa de estas elecciones que  terminarán como una broma de los hermanos Marx, en el medio de un absurdo de la  gente harta, deseando trabajar al día después y que no le hablen del tema por un  buen rato.
 Vayan, voten, cumplan con voto  obligatorio con el que no estoy filosóficamente de acuerdo porque es antiliberal  en sí mismo el hecho de penar un derecho y convertirlo en una obligación y no me  hablen del tema por mucho tiempo.
 Lo que salga electo será lo que hemos  parido como sociedad, será el producto de lo que somos en realidad aunque la  otra mitad diga que no, porque eso no es así, las dos mitades no son, ninguna,  dignas de un país mejor porque no han -no hemos- sabido tener políticos  elegibles de los que tener orgullo y no vergüenza ajena; piedad, en el mejor de  los casos, piedad por los errores de obstinación senil que han cometido de uno y  otro lado, fastidio por la soberbia de no darse cuenta y no admitir su  mediocridad y la penosa antigüedad de todas las propuestas, indignas de  cualquier país moderno.
 Y chau, abrazo y suerte con lo que  saquen en el sorteo.
      

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