6 Juin 1944, Vierville, Normandie
6 Juin 1944, Vierville, Normandie
BBC London 5 Juin 545 Zulu Time
Les sanglots longs
des violons
de l'automne
blessent mon coeur
d'une langueur
monotone.
Las primeras estrofas del poema de Paul Verlaine se repiten una y otra vez en las radios de toda la Europa ocupada, pero aun sabiendo que es un mensaje en código, los nazis no pueden hacer más que romperse la cabeza todos los días con frases como "El tío Heriberto tiene hemorroides" o "La vaca de tu tía salta a la luna" y cosas por el estilo, que son mensajes del Gobierno de Francia en el exilio, en los que en cada uno de ellos se dan instrucciones a la Resistencia para que haga tal o cual cosa.
En este caso en particular, es el aviso para que comiencen las tareas de demolición de puentes y vías férreas y el alerta de que la División 101 y otras ya están en el aire sobre el Canal de la Mancha para abrir camino a las fuerzas, que mañana de mañana, desembarcarán en toda Normandía.
"El día más largo del siglo" ha comenzado, la ofensiva aliada por el Oeste se lanza sobre la Europa sojuzgada por el imperio nazi; miles de barcos, aviones y millones de soldados norteamericanos, ingleses, polacos, franceses libres, canadienses, irlandeses, escoceses, checos, españoles republicanos de las divisiones de Leclerc, llegarán esa mañana para cerrar la tenaza que, conjuntamente con la ofensiva soviética en el Este, se cierra sobre el más maligno y dañino imperio de la historia de la humanidad. Ni asirios, ni mongoles, ni soviéticos en sus grados de maldad han llegado a la eficacia de la fábrica de dolor, que como dice Michael Burleigh en "Tercer Reich, una nueva historia", es un imperio que no ha dejado nada útil ni nada que valga la pena conservar luego de su desaparición.
Tout suffocant
et blême, quand
sonne l'heure.
je me souviens
des jours anciens,
et je pleure...
En toda Francia se sacan de los sótanos las armas escondidas, en toda Francia se pulen las bayonetas de los soldados derrotados en el 41. Porque con ellas se abrirán las viejas heridas de años de humillación; para los buenos republicanos fueron el período más negro de la patria de Bonaparte, en la que la mitad luchó con valentía y honor y la otra mitad se plegó al silencio o a la colaboración.
En Vierville, Normandía, llamada en código militar de la Operación Overlord, tendrá lugar uno de los episodios más sangrientos de la guerra que había que ganar, ahí donde muchos años más tarde la magistral película de Steven Spielberg, "Rescatando al soldado Ryan", hará el mejor homenaje a aquellos chicos de la edad de nuestros hijos, los que eran generación antes de la nuestra, que se sacrificaron esa mañana nublada del 6 de junio de 1944 para que el mundo pudiera matar a una aberración, para años más tarde encargarse de otra, la soviética, que en ese momento era un aliado de conveniencia para Occidente.
Et je m'en vais
au vent mauvais
qui m'emporte
de çà, de là,
pareil à la
feuille morte...
Por esa razón, cada tanto, un 6 de junio igual a aquel, en 1984 hice mi personal peregrinación a Normandía para ver con mis ojos ese lugar sagrado de la historia de nuestra patria, Occidente, patria que nace en Termópilas cuando hicimos doler al Persa; patria que se hizo posible en Salamina y en Platea cuando los derrotamos, patria que llevamos hasta los confines del mundo cuando Alejandro destruyó al Persa, patria que se hizo adulta en la República y en el Imperio de Roma y que llegó a su culminación un día de 1789, cuando arrasamos con furia sagrada la Bastilla y que luego, de la mano de Bonaparte contra la reacción oligárquica de Inglaterra y su facción conservadora, dio nacimiento a la Europa Republicana. Por eso, cada tanto, el 6 de junio les recuerdo aquella mañana de gloria en que una generación de héroes, otra vez y no será la última, dio su vida para que mis hijos y los hijos de ellos puedan seguir viviendo un estilo de vida que nunca hubiera sido posible bajo una monarquía o un imperio como el persa, el nazi, el soviético o el de los Borbones.
La foto que ven al comienzo de la nota es de Robert Capa. Está movida por un error en el revelado, pero ese error del laboratorio de la revista LIFE, le dio un sentido de urgencia y de velocidad que quizás el fotógrafo no imaginaba y que, muchos años después, en su libro de memorias, "Ligeramente fuera de foco", explicaría con sentido del humor:
"Dios, si existe, tiene mucho sentido del humor y hace que las cosas se den en forma misteriosa, que Él en su inmensidad y totalidad sólo a duras penas comprende o intenta comprender, porque ni Él es capaz de abarcar un universo que tiene reglas que nadie comprende y que nunca serán comprendidas."
Y eso es bueno, porque todo lo que tiene explicación, al fin de cuentas hastía y aburre, mientras que una pregunta sin repuesta tiene más fuerza que un millón de soluciones. Alá Akbar.
Hasta la semana que viene y les dejo, de paso, en esta sección, la nota de años antes sobre el mismo tema.
Rashid Al Equinox
6 DE JUNIO DE 1944/1984/2004
Un poema en esa noche de Normandía
"Les sanglots longs des violons de l'automne, blessent mon coeur d'une langueur monotone"
Claude Lucien se sobresaltó al escuchar ese poema en su radio. Estaba escuchando la BBC de Londres en el sótano de su granja, cerca de Vierville, donde horas después desembarcaría parte del más formidable ejército que alguna vez cruzara el mar para liberar Europa en la que, sin duda, si hubo alguna vez una "guerra justa", ésta lo fue.
Saltó de su silla, subió el volumen de la radio para cerciorarse que había escuchado bien, aún a riesgo de que alguna patrulla alemana lo descubriera y fusilara en el acto y volvió a escuchar la frase de un poema de Paul Verlaine que el locutor repetía una y otra vez y que en código significaba, para la Resistencia, que los aliados estaban en camino y que los franceses debían comenzar de inmediato la demolición de puentes y vías férreas establecidos de antemano, y esperar esa noche a los paracaidistas de avanzada, británicos y norteamericanos (las famosas Divisiones 82 y 101 inmortalizadas en Band of Brothers), que a las 0:15 del 6 de junio de 1944 llegarían para tomar puntos claves y apoyar a las tropas que en el llamado "Día D", en la Operación Overlord, llegarían masivamente.
Claude salió disparado hacia la granja vecina donde habían convenido reunirse y se puso a hacer aquello para lo cual había estado esperando tantos años de sombras, tantos años de furia contenida, de humillación y de horror. Simultáneamente, a todo lo largo de Francia, especialmente en la zona de Normandía, miles de mujeres y hombres que habían escuchado ese magnífico poema elegido como señal de liberación, se ponían en marcha. Ese Ejército de las Sombras, como lo llamara uno de mis héroes favoritos, Jean Moulin, a quien casi 40 años más tarde puse una rosa roja en su tumba del Panteón de París antes de salir yo también hacia Normandía.
Esa noche de junio de 1944, hace hoy 60 años, a la misma hora que escribo esto, un soldadito español que había luchado por la República en Teruel, Madrid y que había tenido la fortuna de haber llegado a Marruecos -antes que la larga noche franquista cayera sobre España- para alistarse en la Legión Extranjera de Francia, estaba navegando junto con otros casi 200 voluntarios españoles hacia las costas de Francia. Ese soldadito se llamaba Manuel Xavier, padre de mi amigo Antonio y que, como uno más de la tripulación del vehículo acorazado bautizado "Madrid", haría la guerra y tendría una larga y feliz vida, con suficiente tiempo para contarle a su hijo sobre lo que había vivido ese día.
Manuel, que como Antonio era aficionado a la poesía, hubiera asentido con una sonrisa de haber sabido esa noche que el mismísimo General De Gaulle, en uno de sus tantos y espléndidos caprichos, había seleccionado esa frase que ha pasado a la historia como un mensaje de esperanza. Sin embargo, el Sargento Helmut Friedrich, de la División Acorazada 1 de las SS, al mando de Sepp Dietrich, que estaba a cargo de analizar las transmisiones de la BBC, al escuchar aburrido el poema de Verlaine, lo tomó y -no podía ser de otra forma- como otro de los miles de mensajes que para él no tenían el más remoto significado (La Tía Agnes está en casa, La flor roja es más hermosa y otros), ni se movió de su silla, lo que a la postre le costaría la vida unas horas más tarde cuando el Maquis de Claude Lucien irrumpiera en su casamata y lo degollara silenciosamente e interrumpiera su aburrimiento para siempre.
Mientras manejaba hacia Normandía el 5 de junio de 40 años después, para sacarme las ganas de estar un 6 de junio en la Playa Omaha, en Vierville -ese lugar en donde comienza la película "Buscando al Soldado Ryan" y que podría recorrer después de haber leído sobre él desde que Ernie Pyke en "Hora Cero", a mis 15 años, me hiciera comprender que más allá de ser el lugar de una batalla, era uno de esos Lieu Sacré -Lugar Sagrado- en los que uno debe entrar con respeto y en donde más allá de un paisaje se debe estar alerta para sentir el mensaje de gloria que una generación de chicos habían dejado en el aire y en la arena, en las rocas y en el agua: su miedo, su terror, sus risas, el ruido de los disparos, los gritos. Y efectivamente, así fue.
Manuel Xavier le contaría a Antonio que, pese a haber desembarcado en otra playa en donde para su fortuna hubo menos resistencia, terminada la guerra volvió a Normandía y ese lugar le produjo más impacto que los otros. Aún en el año 84 y seguramente hoy, los restos de las fortificaciones y las heridas que nunca han cicatrizado y que han sido dejadas así en respeto a ese día, producen, como en mi caso, la misma sensación de estar entrando a un templo, la misma que sentí aun siendo fervoroso partidario de la República Española, al entrar al Alcázar de Toledo donde un grupo de héroes del bando opuesto dejó estampada para siempre en esas piedras la marca de su heroísmo.
Afortunadamente, el 5 de junio anocheció lluvioso y gris y digo esto ya que nos evitaró la muchedumbre de turistas del día siguiente y era un escenario más adecuado para mi llegada. Graciela, a esa altura, estaba más que podrida de tanques, mapas de batallas, bunker, museos militares, de sacarme fotos encima de un monumento o encima de una muralla, por lo que esa noche, en vísperas del 6, se decidió a mirar en la TV cualquier cosa que la sacara del tema militar. Yo, que ya me había hecho íntimo del viejo dueño del Hotel Casinó -no recuerdo su nombre- pero que sabía de estos temas más que yo y como a mí le gustaba darle matraca al asunto, después que cerrara el restaurante del hotel trajo una botella de Calvados y la tomamos alegremente como si nos conociéramos de toda una vida. Sobre las 4:00 de la mañana se abrieron las nubes y la luna, la misma luna de 40 años atrás, apareció en el cielo de Normandía.
En ese momento fue cuando recordé los cuentos de Xavier sobre su padre, le comenté a mi amigo sobre el poema de Verlaine y este normando coloradote por naturaleza y por el efecto de años de buen Calvados, se pone de pie mirando la Playa Omaha y recita con voz firme:
Les sanglots longs
des violons
de l'automne
blessent mon coeur
d'une langueur
monotone.
Tout suffocant
et blême, quand
sonne l'heure.
je me souviens
des jours anciens,
et je pleure...
Et je m'en vais
au vent mauvais
qui m'emporte
de çà, de là,
pareil à la
feuille morte...
Luego, como buenos entusiastas y bastante mamados, liquidamos la botella y cantamos La Marsellesa un par de veces hasta que su esposa le gritó desde una ventana y nos fuimos a dormir en estado de gloria. Detrás nuestro, entre la bruma, en la arena y la marea que ya cubría la playa, miles de sombras agradecidas de nunca ser olvidadas sonrieron bajo esa luna que, intermitente entre las nubes, iluminaba los restos de aquellas murallas que ellos habían tomado en un día como hoy, hace 60 años.
Hasta la semana que viene.
Félix Obes Fleurquin
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